No sé quién es.
No sé si me importa quién es.
Con todo, cada cierto tiempo lo encuentro rondando.
Un niño con un disfraz, me refiero.
Camina.
Se acerca.
Finge que va a otro sitio.
Yo también finjo, por cierto, que no lo veo.
Ahora último ha optado por dejar cosas:
Dibujos a lápiz de hombres enmascarados.
Monedas de países que desconozco.
Fotografías en blanco y negro.
Entonces, yo espero a que él se aleje para recoger
aquellas cosas.
(Las recojo.
Las reúno.
Las ordeno.)
A veces -debo reconocer-, hasta arriesgo
interpretaciones.
Identifico pistas.
Planteo hipótesis.
Y hasta a veces creo comprender quién es, aquel
niño.
Pero claro… nada de eso ocurre.
De hecho, ahora soy yo, quien ha optado por dejar
olvidadas también algunas cosas.
No me consta… es cierto… pero creo que las recoge.
Así, ambos nos vamos haciendo cada vez más, con recuerdos
del otro.
Y ambos, por supuesto, nos sentimos menos
responsables.
No sé si es lo correcto… Lo admito.
No sé si de esa forma ambos lograremos llegar un
día, a comprender quién es el otro.
Pero bueno… al menos reconociendo el disfraz, puedo
saber qué del otro, no le pertenece.
…
Ahí está el niño nuevamente…
Esta vez ha dejado un papel, en el piso.
Se ha ido.
Su disfraz, por cierto, es lo menos importante.
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