jueves, 2 de mayo de 2013

Rompecabezas incompletos.



Me hablan de una tienda extraña, en la que venden rompecabezas incompletos. Todos con una pieza menos.

En principio, no creo la historia y hasta pienso que buscan burlarse, pero después de incluir datos, dirección y una serie de pruebas concretas, decido que es cierto.

Y claro, como además en la revista de un amigo me habían pedido escribir una entrevista, decidí ir hasta el lugar y hacerle algunas preguntas al dueño, para armar el texto.

-No son saldos ni productos defectuosos –me explica, de inmediato-. De hecho, todas las piezas que no están, faltan por mi propia voluntad…

-¿Usted las quita?

-Claro, aunque no es “quitar”, la palabra correcta… yo más bien intercambio piezas… o si lo prefieres, creo vínculos, entre los que compran mis productos…

-Pero ellos… -pregunté-, ¿saben acaso que hay otros que pudiesen tener la pieza faltante…?

-No. Lo cierto es que no… Pero eso es justamente lo que permite crear los verdaderos rompecabezas… los verdaderos vínculos…

-¿Y entonces encontrarse y recuperar la pieza faltante…

-Eh…. No… No digo necesariamente encontrarse, o encontrar la pieza… eso es anecdótico finalmente… Yo me refiero más bien al hecho concreto de la falta, de la carencia…

-¿Y entonces los que compran tus rompecabezas se vinculan porque todos carecen de algo… porque tienen sus rompecabezas inservibles, acaso...?

-Ja, ja… qué negativo suena así… -agregó, alegre-. Aunque tienes razón, en parte… en lo de la carencia, me refiero… Pero eso de que el rompecabezas es inservible es una estupidez… Y es que al quitarle la pieza lo salvo de la muerte, en el fondo… justo lo contrario de volverlo inservible…

-No entiendo –confesé.

-Piénsalo… –señaló el vendedor-, ¿qué es un rompecabezas ya hecho? ¿No es un poco como su muerte el volver a desarmarlo, luego de haberlo terminado?

-También pueden colgarlo como cuadro…

-Eso también es muerte –me interrumpió-. Eso es momificarlo…

-Mmm… –dije yo.

Entonces, me quedé unos momentos pensando en lo que el hombre había dicho, y por un momento sentí que aquello era cierto… y hasta me parecieron más hermosos, los rompecabezas incompletos, que estaban en la tienda…

-¿Guarda usted alguna pieza en especial? –pregunté entonces.

-¿Cómo? – preguntó a su vez el vendedor.

-Si guarda usted la pieza de otro rompecabezas… de alguno que haya vendido –expliqué-. Es decir… suena cursi, pero debe existir la posibilidad de conocer un día a ese otro que tiene la pieza que nos faltaba, ¿no cree…?

El hombre guardó silencio un momento, antes de hablar.

-No abrigo esa esperanza –dijo él, finalmente-. Además, ni siquiera tengo rompecabezas propios… yo solo vendo… yo diseño… Es decir, mi tienda es para los demás, no sé si me entiende…

Y bueno, yo no se lo dije tan rotundo, para no tener que explicar, pero lo cierto es que lo entendí perfectamente.

Cinco minutos después, me encontraba ya, de vuelta a casa.

Y claro, escribí la entrevista oficial… y este texto.

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