Conozco a una mujer que navegando cerca de Noruega vivió un extraño
accidente.
De hecho, ni siquiera entiendo lo que dice, en un principio, pues su
español es prácticamente inentendible.
-Viaja en un barco que hunde de poquito… -comenzó ella.
-¿Viajaste en un barco que se hundió…? –le pregunté.
-Sí –dijo ella-. Pero solo hundió un poquito.
Yo no entiendo, claro… aunque tampoco pregunto.
-¿Pero llegaron bien a puerto? –insisto.
La chica dice que sí.
-Solo un poquito, eso sí -agrega, antes de cambiar de tema.
-¿Y accidentes? –digo yo-. ¿Y muertos…?
-Sí, una poquito de accidentes… y una poquito de muertos…
-¿Poquitos muertos…? ¿Te refieres a un número bajo…?
-No. Poquito números bajos –dice-. Poquito de casi es casi, pero no es.
Ningún muerto, pero un poquito de muerte…
-Ya -digo yo, por decir algo. Aunque entonces comienzo a sospechar
algo.
-Triste barco que se hunde de a poquito -dice entonces ella, como reflexionando-.
Triste morir de a poquita… ahogar de a poquita…
-No te entiendo –digo entonces-. ¿Acaso también tú moriste un poquito?
-No es eso –dice ella-, pero todo es a mitad de agua, como hasta el
cintura… luego que sucedió accidente… Como centauro… nadie sabe qué es visto
con agua en el cintura… y entonces ya no sale del agua…
-¿Todo es así desde luego del hundimiento ese…? –le pregunto
finalmente.
-Todo –dice ella-. Mundo con agua hasta el cintura. Vida, corazón, todo…
Todos son centauros. Hasta estrellas y soles y plantas son centauros… Esta
conversación también así. Este final, incluso... Este final.
Un texto para deshilvanar de a poquito.
ResponderEliminar=)
Me gustó...un poquito.
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