El cuarto en que llueve.

Entre las ideas extravagantes atribuidas a Nerón, descubro hoy una que desconocía en lo absoluto. Así, al mismo tiempo que pongo en duda la serie de acciones nefastas con que comúnmente se asocia a este personaje, me sorprendo con una bastante bien documentada, a pesar de la poca difusión que ha tenido: el cuarto en que llueve.

Dicho cuarto, según leo, planeaba Nerón construirlo tanto en su palacio, como en algunos de los teatros que bajo su mandato se construyeron, aparentemente, para su uso personal.

De forma concreta, sin embargo, solo puede constatarse la construcción de uno de ellos, en un palacio construido a las afueras de Roma, cuya estructura, del todo singular, representaba en su totalidad a un cuerpo humano.

Así, ocurría que diversos cuartos solían emparentarse con órganos y funciones específicas del ser humano –al menos a partir de las relaciones que se hacían en ese entonces-, y claro… el cuarto en que llueve también tenía una ubicación específica.

Con todo, si bien se conoce la ubicación de las cocinas, los dormitorios y hasta los baños, no logro encontrar información sobre  el lugar exacto en que se encontraba este cuarto en que llueve.

Asimismo, tampoco tengo mayor información sobre cómo funcionaba ese cuarto, aunque ciertamente se había diseñado un mecanismo para que lloviese en él, según la indicación del emperador.

Ahora bien… horas después de leer sobre aquello, no dejo de pensar dónde se encontraba –dentro de la figura humana que representaba la casa-, aquel cuarto en que llueve… Y claro, desde ahí, comienza uno también a cuestionarse, si tengo o no mi propio cuarto en que llueve… o si realmente necesito alguno.

Con todo, creo que de tenerlo, me gustaría llevar unos libros a ese cuarto… libros plastificados, claro, y que transmitan cierta alegría, que es lo que me transmite la lluvia finalmente…

¿Vonnegutt, quizá…? ¿Algunos libros de caballería…?

Habrá que decidir, ciertamente…

Y es que de seguro alguna vez vamos a llegar a ese cuarto, y hay que estar preparado, también, para ese descubrimiento.

¡Qué artista murió contigo, Nerón!

¡Qué amante de la vida!