Solo sé contar hasta uno.
Es verdad.
Mire:
Uno.
Por lo mismo, la enumeración de cosas –o seres-,
me parece hoy algo impensable,
y hasta absurdo.
Y es que nada es dos.
Observe:
Un libro, otro libro.
No dos.
Una palabra, otra palabra.
¿Lo ve…?
Así, suelo intentarlo con distintas cosas, pero no resulta.
Es como cuando dicen que no se pueden sumar peras con manzanas.
Pero claro, para mí es imposible hasta solo con manzanas.
Fíjense:
Una manzana… otra manzana.
Créanme que lo intento, pero…
No pueden ser dos.
Y es que algo en mí las sabe distintas y se niega a sumarlas.
¿Dos dedos?
¡Imposible…!
¡Muéstreme usted que sus dedos iguales…!
¿Ve que no me engaño?
Es decir, una vez un doctor y después otro, lo intentaron.
Todo siguió igual.
Un año, otro año.
Una vida.
¿Ya ve?
¡Qué más quisiera yo…!
Yo: Uno.
Vian uno.
Todo es suma de uno.
¿Cuántos libros tienes en tu
biblioteca?, me preguntan entonces.
Y yo debo mentir, casi, para no explicar.
Y es que solo sé que hay un libro, al lado de un otro.
Siempre es así.
Un libro, otro libro.
Una verdad.
Un corazón.
Un latido, otro latido.
Una vida.
Mire:
Uno.
Que afortunado! Contar hasta 3 (incluso 4) es horrendo. Supongo es el 2 el que todos anhelan.
ResponderEliminarSaludos