sábado, 23 de febrero de 2013

Permanecer en el tiempo.

“Es preciso tener mucha fuerza de voluntad
para no dejarse llevar a la eternidad
y permanecer en el tiempo”


Un chico habla por acá
sobre permanecer en el tiempo.

Lo escucho de mala forma
y además esa frase me suena
a cosa equivocada,
como a un deseo de perdurar
o de alcanzar fama, quizá…

Con todo,
fijándome un poco más
noto que verdaderamente
él está hablando de otra cosa.

Y es que el tiempo
donde busca permanecer aquel chico,
es bastante similar
a la idea de instante;
un tiempo en el que había que flotar
como en el agua
si querías permanecer,
y no hundirte en la eternidad.

Es como cuando ando en la moto,
explica,
o sea… tú me ves… yo estoy en la moto,
en el tiempo…
es decir, yo permanezco en la moto,
¿me entiendes…?
Pero si yo paro dejo de estar ahí, en la moto,
yo me descalabro y me parto en mil
y quedo disperso en la eternidad…
Y es que la eternidad no es linda,
 ¿sabe usted…?

Así, de tanto escucharlo,
resultó que al final me dieron ganas de subir un rato,
y claro,
en algo tiene razón…
es tentadora la eternidad,
el deseo de soltarse,
me refiero…

No hablo de dejar de ser,
sino de dispersarse…
soltarse del tiempo,
si se quiere…

Finalmente, una esquina más allá,
veo otro moto llevando un ataúd
que se atraviesa justo
en medio de la calle.

Ese ya se soltó del tiempo,
comenta el chico,
lo tentó la eternidad…

Y claro,
yo le doy la razón
y le pago la carrera.

Lo tentó la eternidad,
repito.

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