viernes, 3 de febrero de 2012

Morir de a poquito.

“Siempre creyó que el animal que estaba sujeto
por un mayor número de cadenas,
era el que resultaba más peligroso”.
Bob Dylan.


Aunque a veces nos engañemos, es fácil entender que no se muere de una vez y que todos en el fondo vamos muriendo de a poquito.

Con todo, no es algo trágico. De hecho, podemos morir de a poquito de una forma tan alegre que cada uno de esos avances sea realmente algo cómodo, y reconfortante.

Así, quizá sea un aporte pensar que algunos de esos poquitos nos suceden mientras estamos con quienes amamos, o divirtiéndonos, o simplemente riéndonos porque algo nos resultó gracioso y su imagen nos hizo cosquillas en el sector ese en que se produce la risa sin que nos demos cuenta.

De esta forma, morir de a poquito puede servirnos para alejar los temores, y para darnos cuenta que esa muerte que miramos con recelo ha sido en realidad una compañera que ha estado junto a nosotros desde siempre, en un silencio respetuoso.

Además, aunque queramos, no podemos evitar morir de a poquitos. Podemos engañarnos, claro, pensando que un auto atropelló a Marcos, o que una lamina de hierro degolló a María Antonieta, pero eso sería quitarle vida a nuestra muerte, aunque esto suene contradictorio.

Y es que de la misma forma como morimos de a poquito, también nacemos de a poquito, y la manera en que realizamos estas acciones, al menos, está a nuestra completa elección –dentro de ciertos márgenes, claro-.

Así, por ejemplo, puedo elegir si decido morir de a poquito viendo tv, o caminando, o abrazando a alguien, o simplemente tendido de espaldas, mirando el cielo.

Sé que suena algo extraño, y que tal vez lo atormenten a uno las ideas del trabajo y las responsabilidades y todas esas formas de morir que parecen impuestas… Pero saben, quizá hablando francamente con los otros podamos llegar a un acuerdo y reconocer que esas acciones no son tan imprescindibles, como nos parecen a primera vista.

Y es que finalmente, si no elegimos, resulta que hasta la forma de morir termina por imponerse, y el miedo a una muerte mal entendida puede impedirnos disfrutar de ese nacimiento constante que es también resultado de esas elecciones.

En resumen: morimos de a poquito, nacemos de a poquito y cada una de esas instancias esconde una posibilidad inmensa de elegir cómo realizarlas.

Así, si bien pierde sentido hablar sobre el acceso a una trascendencia, se abre la posibilidad de reconocer que es profundamente hermoso –y liberador-, que dicha trascendencia no exista.

4 comentarios:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=80w97m9bj-0&feature=related
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. increíble artista... gracias por compartir. saludos.

    ResponderEliminar
  3. yo ya me rallé con ella, mañana partiría a Siberia a buscar Tuva

    ResponderEliminar

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales