No es el tabaco lo que produce el cáncer.
Ni tampoco es el cáncer el que produce la muerte.
Lo que ocurre es que hemos buscado un contrincante débil.
Y pensamos entonces que vencemos, o que podemos vencer.
Pero claro, morimos en realidad por otras razones.
Tantas y tan variadas que hablar aquí de ellas
es simplemente una pérdida de tiempo.
Y claro, a mí no me gusta perder el tiempo.
Así que resumo diciendo que vivimos de forma excesiva.
Y que el tabaco solo mata a los viven más tiempo
del que tenían asignado.
Por eso viene el cáncer.
Por eso viene la muerte.
Porque la hacemos venir hasta nosotros, me refiero,
al rehuir de ella.
Todo lo demás son caminos mal dirigidos.
Evasiones que al final terminan siendo atajos:
El portero de un equipo, haciendo tiempo.
Jesús en Getsemaní.
Noé construyendo un arca.
¡Pobres aplazamientos…!
Mejor fume usted tranquilo.
Tráguese el humo si quiere.
Arránqueles el filtro, inclusive.
En cambio,
preocúpese mejor de aquello
que ya a nadie desespera.
Y es que no es el tabaco lo que produce el cáncer, finalmente.
Usted sabe de qué hablo.
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