sábado, 10 de diciembre de 2011

Operarse uno mismo.

.
.

Las intervenciones quirúrgicas debiesen formar parte de esas cosas íntimas que no puedes dejar hacer a otros. Después de todo, se trata del interior de uno, ese algo de nosotros que no fue hecho para ser visto ni tener un contacto directo con quienes nos rodean.

Yo lo vengo pensando desde pequeño, pero no hay nadie que comprenda. Si hasta me llevaron al psicólogo a los ocho años porque me negaba a abrir la boca cuando visitaba al dentista.

Por si fuera poco, al crecer te vas enterando que quizá haya algo más dentro tuyo. Un alma, dicen algunos, o un espíritu, o lo que sea. Yo no me complico con el nombre, de todas formas, pero tampoco sé diferenciar aquello que ellos nombran, de nuestros intestinos u otros órganos específicos.

-¿Y si te encuentran un tumor? –me preguntan mis amigos.

-¿Y si te da apendicitis? –dice otro que ya pasó por esa instancia.

Y claro, yo entonces intento explicarles que el asunto no es dejarse morir –aunque esto también me parece válido-, sino simplemente prepararse y asistirse uno mismo. No dejar que intruseen en uno, en definitiva, y mantener las cosas en su sitio.

-Pero tú escribís po, hueón… –me interrumpe otro.

-¿Y…? –digo yo.

-Que esa hueá es también propiciar que ingresen dentro tuyo, abrir la puerta para que vean lo que piensas, lo que sientes…

Y es entonces –mientras mi amigo elabora su argumento-, cuando me doy cuenta que escribir funciona justamente para operarme yo mismo, o examinarme al menos. Es decir, tengo alguna afección y el escribir se transforma así en un método autoexploratorio, solo que agregándole la posibilidad de intervención, o de extracción incluso de eso que he encontrado malsano…

Así, mientras lo explico, se une a la conversación una chica que estaba en la mesa de al lado y que luego de comparar mi explicación con la manera de diagnosticar el cáncer de mamas, pregunta algo que suena, al menos, bastante más interesante.

-¿Y se podrá ver bien en uno mismo? –dice ella.

-¿Cómo?

-¿Si podrá uno diagnosticarse bien y extraer de raíz aquello que nos aqueja? –especifica ella.

Yo la miro entonces y me siento un poco incómodo, como si alguien me acusara de una especie de onanismo quirúrgico, sin entender realmente aquello a lo que quería llegar.

-¿Y con los sentimientos…? –agrega ella, perspicaz-, ¿actúas también de esa forma, sin diferenciarlos de tus intestinos?

Y claro, yo entonces pienso en cómo hacer una defensa de mis intestinos sin caer en la desvalorización de mis sentimientos. Sin embargo, casi de inmediato me doy cuenta que eso sería simplemente rehuir el asunto central, y prefiero guardar silencio.

-Yo creo que lo que pasa es que le tienes demasiado respeto a estar vivo –vuelve a decir ella.

Yo sigo en silencio.

-Y de respeto en respeto prefieres aparentar que juegas, a hablar directamente de las cosas, o revelar tus cartas… -continúa ella, con un tono algo agresivo-. Y es que estoy segura que si te pregunto por las autopsias estás de acuerdo, porque para ti el interior de una persona no se diferencia de su exterior cuando esta persona ya está muerta…

Por unos minutos la mujer sigue hablando y mis amigos y yo la escuchamos en silencio, algo sorprendidos.

Luego ella calla y se aleja sin dar tiempo a ninguna reacción.

-¿La conocías? –me preguntan mis amigos, luego que ella se va.

Yo les digo que no, pero algo me lleva a dudar, de mi respuesta.

Nada más pasó, esa noche.

3 comentarios:

  1. No dijiste nada, y aún sigues reflexionando?

    Saludos!

    ResponderEliminar
  2. Yo pienso que la mayor pare de los problemas de los seres humanos devienen del miedo, del trauma o de la frustración de no saber abrirse hacia los demás y como lógica consecuencia, no permitirse intentar entrar en los otros, para así comprenderlos mejor. De ahí que piense que es muy necesario confiar más en los demás, aunque eso no quiere decir que no haya que nadar con cuidado para evitar que te asesinen!jejjeeje...y eso cabe incluso en relación a médicos y cirujanos!

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. el pequeño campo semántico perdido - onanismo. No hablar de la idea central por miedo a no poder emular al hablante, creyendo que eso es un paso necesario para la comprensión del otro.

    ResponderEliminar

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales