¿Fue usted...? Porque yo no he sido. Quizá tenga ganas o cierta inclinación, no lo niego… pero ¿quién está hablando de escribir una novela…? Disculpe que me moleste o que sea un tanto enfático, pero es que me complica que pongan palabras en mi boca. Sé que no soy importante y el que yo quiera escribir o no una novela es intrascendente a fin de cuentas, pero que digan que uno quiere algo sin que uno lo quiera –o sin que uno lo quiera de manera especial o destacada entre un gran número de otras cosas-, es algo que me enoja y me hace hablar un poco apresurado.
Además, ese “escribir una novela” tiene un tono tan falso, tan egoísta, tan lejano a lo que realmente quiero, que siento cuando lo escucho que todos los demás me desconocen y no tienen idea de los sueños que hay que hay detrás de todo esto.
No exijo que los conozcan, no es eso. Después de todo es como si yo quisiese que supieran el largo de mis intestinos o algo así de privado… pero así y todo siento que es algo que debiese verse en uno, traslucirse quizá, entre las acciones cotidianas… Después de todo, esos sueños son los objetivos, el sentido que toma nuestra vida cuando se mueve en dirección de esos anhelos…
Por otro lado, más que “escribir una novela”, siento que estoy más cerca de "hablar una novela", o de "decirla"… es decir, sacar fuera la novela así como se voltea un calcetín, sin estructura, sin correcciones, como un ejemplo de comunicación sencilla y sin tanta parafernalia. Igual como hacía un alumno el otro día en medio de una clase, sacándose unas pelusas del ombligo.
Y es que “escribir una novela” debiese ser dicho con el tono de “vivir una novela”, o hacerla en el sentido de construirla a medida que se avanza, o que se está viviendo… Porque si lo pensamos un poco, hasta cuando olvidamos que vivimos estamos viviendo… De esta forma, la novela sería como un “darse cuenta” de esa vida que a su vez sería la novela, es decir, no darse cuenta de la novela directamente, sino de la vida, y la novela pasaría a ser entonces la herramienta necesaria para darnos cuenta de todo aquello.
Lo triste de esto, sin embargo, es que las herramientas envejecen. No con arrugas ni con olor a naftalina, pero sí con óxido, con desuso… y hasta con desgaste.
Así, tendríamos que hablar también del morir de una novela, -o sea, de la pérdida de la vida útil de la novela como herramienta para descubrir la vida-, y eso, apenas pensado, me produce ya una angustia, porque sucede que uno a veces no quiere alejarse de sus muertos, con lo que vuelve uno –sin querer- a alejarse de la vida…
(…)
Qué tonto escribirlo, pero me quedé pensando en aquello de “la vida útil”… ¡cuántas sensaciones en aquella frase…! Siéntanla un poquito y hagan una pausa… “La vida útil”. Díganlo en voz alta, incluso, si se animan: “La vida útil”…
Qué triste resulta entonces dejar de decirlo y sentir que ocurre algo similar a terminar una novela… a cerrarla y dejarla en la biblioteca…
Así, finalmente, supongo que solo podemos llegar a querer “escribir una novela”, cuando no puedes dejar justamente de hacer aquello...
De esta forma, toda otra concepción o voluntad creativa termina siendo impura… y claro, luego las cosas se contaminan, y se dispersan… y por último viene usted, con sus preguntas superficialmente bondadosas, pero estúpidas…
¿Estoy en lo correcto…?
Además, ese “escribir una novela” tiene un tono tan falso, tan egoísta, tan lejano a lo que realmente quiero, que siento cuando lo escucho que todos los demás me desconocen y no tienen idea de los sueños que hay que hay detrás de todo esto.
No exijo que los conozcan, no es eso. Después de todo es como si yo quisiese que supieran el largo de mis intestinos o algo así de privado… pero así y todo siento que es algo que debiese verse en uno, traslucirse quizá, entre las acciones cotidianas… Después de todo, esos sueños son los objetivos, el sentido que toma nuestra vida cuando se mueve en dirección de esos anhelos…
Por otro lado, más que “escribir una novela”, siento que estoy más cerca de "hablar una novela", o de "decirla"… es decir, sacar fuera la novela así como se voltea un calcetín, sin estructura, sin correcciones, como un ejemplo de comunicación sencilla y sin tanta parafernalia. Igual como hacía un alumno el otro día en medio de una clase, sacándose unas pelusas del ombligo.
Y es que “escribir una novela” debiese ser dicho con el tono de “vivir una novela”, o hacerla en el sentido de construirla a medida que se avanza, o que se está viviendo… Porque si lo pensamos un poco, hasta cuando olvidamos que vivimos estamos viviendo… De esta forma, la novela sería como un “darse cuenta” de esa vida que a su vez sería la novela, es decir, no darse cuenta de la novela directamente, sino de la vida, y la novela pasaría a ser entonces la herramienta necesaria para darnos cuenta de todo aquello.
Lo triste de esto, sin embargo, es que las herramientas envejecen. No con arrugas ni con olor a naftalina, pero sí con óxido, con desuso… y hasta con desgaste.
Así, tendríamos que hablar también del morir de una novela, -o sea, de la pérdida de la vida útil de la novela como herramienta para descubrir la vida-, y eso, apenas pensado, me produce ya una angustia, porque sucede que uno a veces no quiere alejarse de sus muertos, con lo que vuelve uno –sin querer- a alejarse de la vida…
(…)
Qué tonto escribirlo, pero me quedé pensando en aquello de “la vida útil”… ¡cuántas sensaciones en aquella frase…! Siéntanla un poquito y hagan una pausa… “La vida útil”. Díganlo en voz alta, incluso, si se animan: “La vida útil”…
Qué triste resulta entonces dejar de decirlo y sentir que ocurre algo similar a terminar una novela… a cerrarla y dejarla en la biblioteca…
Así, finalmente, supongo que solo podemos llegar a querer “escribir una novela”, cuando no puedes dejar justamente de hacer aquello...
De esta forma, toda otra concepción o voluntad creativa termina siendo impura… y claro, luego las cosas se contaminan, y se dispersan… y por último viene usted, con sus preguntas superficialmente bondadosas, pero estúpidas…
¿Estoy en lo correcto…?
recordé con el título una frase de Lispector. Creo que era algo así como "Gastar la vida ¿es usarla o no usarla?"
ResponderEliminarSegún mi diccionario una de las acepciones de útil es: "que puede utilizarse para algo". Sin conocerte y sin saber quién eres puedo decir solamente, útil será mientras tu quieras usarla para algo, si tu objetivo como dices es "escribir-hablar-vivir la novela", sin duda te servirá ahora, en tu etapa de vida para lo que le has pensado. Pero permiteme decirte que pienses esto. Mientras te sea beneficioso o provechoso para algo, aunque no sea para lo que fue en primera instancia - es algo así como la energía, nada se pierde todo se transforma. Las sensaciones son así creo yo- aun cuando si después ya no te sirva a ti para descubrir la vida, puede servirte para recordarte que alguna vez quisiste descubrirla y eso te hará replantearte cada que la veas.
ResponderEliminarSolo es la opinión de alguien que llegó aquí haciendo clic en un comentario en su blog.
Adiós.