“Lo que nos salva de la soledad
es la soledad de cada uno de los otros”
.es la soledad de cada uno de los otros”
Puedo amar libremente a los objetos porque ellos no me aman.
Eso pienso en navidad.
No pido nada y llega poco, pero estoy rodeado de demasiados objetos. Y ellos no comprenden.
Pero esa no es la historia.
Yo llegué a mi biblioteca buscando algo. Porque tuve un sueño y porque vi una estrella sobre ella. Y la encontré.
No llegaron reyes ni nada.
Las bibliotecas siempre están abandonadas, me dije.
Y comencé a leer.
Era el cuerpo de un Dios que no ofrecía nada, mucho menos salvación.
Y yo no quería salvación.
Y es que los que quieren salvación no saben amar nada fuera de ellos mismos, me dije.
Sin embargo, esta forma de amar comenzó a agriarse. Y me di cuenta que la calidad de mis sentimientos dejaba mucho que desear. Y busqué cambios.
¡Pero amar a los otros es tan difícil…!
Sobre todo porque aunque no lo quieras terminas esperando algo, o exigiéndolo.
¿Pero saben…? Yo tampoco quiero eso.
Yo quiero el regalo secreto que no llega.
Ese que no te atreves a pedir, porque es imposible, o porque piensas incluso que no lo mereces.
Pero como les decía: no llegaron reyes, ni nada.
Y la estrella se apagó, y quedaste a oscuras.
Por eso a ti, que también estás a oscuras, vengo a decirte que estés atento, y que juntes fuerzas.
Y que por cierto: no busques salvación.
Busca mejor la forma correcta de amar y de creer en los otros, aunque sea difícil.
Todo lo demás son significados que pueden almacenarse en las palabras. Y ese trabajo ya está hecho.
Tú eres responsable de tu propia estrella.
Nada más.
Eso pienso en navidad.
No pido nada y llega poco, pero estoy rodeado de demasiados objetos. Y ellos no comprenden.
Pero esa no es la historia.
Yo llegué a mi biblioteca buscando algo. Porque tuve un sueño y porque vi una estrella sobre ella. Y la encontré.
No llegaron reyes ni nada.
Las bibliotecas siempre están abandonadas, me dije.
Y comencé a leer.
Era el cuerpo de un Dios que no ofrecía nada, mucho menos salvación.
Y yo no quería salvación.
Y es que los que quieren salvación no saben amar nada fuera de ellos mismos, me dije.
Sin embargo, esta forma de amar comenzó a agriarse. Y me di cuenta que la calidad de mis sentimientos dejaba mucho que desear. Y busqué cambios.
¡Pero amar a los otros es tan difícil…!
Sobre todo porque aunque no lo quieras terminas esperando algo, o exigiéndolo.
¿Pero saben…? Yo tampoco quiero eso.
Yo quiero el regalo secreto que no llega.
Ese que no te atreves a pedir, porque es imposible, o porque piensas incluso que no lo mereces.
Pero como les decía: no llegaron reyes, ni nada.
Y la estrella se apagó, y quedaste a oscuras.
Por eso a ti, que también estás a oscuras, vengo a decirte que estés atento, y que juntes fuerzas.
Y que por cierto: no busques salvación.
Busca mejor la forma correcta de amar y de creer en los otros, aunque sea difícil.
Todo lo demás son significados que pueden almacenarse en las palabras. Y ese trabajo ya está hecho.
Tú eres responsable de tu propia estrella.
Nada más.
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