jueves, 15 de diciembre de 2011

La imposibilidad de un conejo, o lo que Bugs debía hacer.

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“Sí, lo confieso:
casi todo no es verdad”
A. V.
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El abuelo de Bugs estaba obsesionado con los conejos.

Quizá fue por eso -y porque además acostumbraba tener sueños extraños-, que un día le dijo la siguiente frase a su nieto:

-Cuando aparezca un conejo rojo y clave los dientes en la frente de los hombres, será el fin del mundo.

Y claro, nadie le prestó atención salvo Bugs, pues todos los otros estaban acostumbrados a escuchar frases de ese tipo y preferían no hacerse problemas con el viejo, que vivía alejado de todos, en el campo, sin incomodar a nadie.

Bugs, en cambio, parecía estar tan obsesionado con la figura de su abuelo, como este último lo estaba con los conejos. De hecho, ambos tenían una conducta extraña y silenciosa, por lo que nadie se oponía a que nieto y abuelo pasaran juntos la mayor parte de las vacaciones de verano.

Ahora bien, si esto fuese en realidad un cuento, yo podría construir una trama: jugar al misterio, tal vez, o describir un grupo de conejos que poco a poco comenzó a rodear la casa… ¿pero saben? Esto no es un cuento, y las cosas pasaron de otra forma.

Una de las cosas que pasó –de hecho la más importante de ellas-, fue el miedo.

Sin embargo, como el miedo es una cosa que suele pasar dentro de las personas -y no necesariamente está ligada a hechos concretos de esos que facilitan la comprensión superficial de los sucesos-, deberán conformarse con aquel miedo como un único hecho… el miedo a secas, digamos, sin aderezo alguno.

En este sentido, además, vale la pena agregar que el miedo no tenía tampoco un predicado completo. Es decir, no era un miedo concreto hacia “algo”, pues Bugs no habría sabido explicar si lo que causaba su temor era la figura de su abuelo, el conejo rojo de su predicción, o el mismo fin del mundo, por ejemplo.

Y es que las sensaciones para Bugs, estaban desligadas de la comprensión necesaria para poder entenderlas. Y así, el miedo mismo, ocupaba prácticamente toda la zona que Bugs tenía destinada a interiorizarse con ellas.

-No estoy segura que le haga bien estar con su abuelo –decía una tía de Bugs-, el muchacho se ve triste y parece casi siempre estar escondido, o mirando algo…

-Yo creo que debe estar distraído buscando conejos –dijo otro familiar de ambos-, el abuelo no hace más que hablarle de ellos y eso enferma a cualquiera…

De esta forma, entre numerosos comentarios, fueron pasando distintas vacaciones, y tanto el nieto como el abuelo envejecieron y llego el momento inevitable en que murió el abuelo.

Fue en un periodo en que Bugs estaba en clase y solo viajó para el entierro, sin que exteriormente se viera demasiado afectado.

Y claro, Bugs dejó de ir a la casa del abuelo y pasaron los años. Y Bugs creció y se olvidó de su abuelo y hasta de la predicción que este le había revelado pareció quedarse atrás, desligando así el miedo –que aún sentía-, de los pocos hechos concretos con los que podía relacionar aquella sensación.

Así, Bugs se casó, tuvo un hijo, consiguió trabajo, e hizo todas aquellas cosas que parecen realizar la mayoría de gente que describimos como “estables”, y se olvidó –como todos-, de sus sensaciones esenciales, concluyendo que todo estaba bien, que no había problema… y que todo, en definitiva, había estado desde siempre en su sitio.

Y es que al final -pensó un día en que el azar lo llevó a visitar lo que quedaba de la casa del abuelo-, no había ningún conejo rojo, y el término del mundo era tan poco probable, como imposible.

De esta forma, estaba a punto de volver al seno de su familia, cuando creyó comprender que la imposibilidad del final era todavía peor que el final mismo.

-Esa es la verdadera condena –se dijo entonces, comprendiendo.

Entonces, finalmente, hizo lo que debía.

1 comentario:

  1. ¿se transformó en otro abuelo?
    ¿se asumió como el conejo rojo?
    ¿se suicidó?
    ¿se dedicó a predicar por las calles?
    ¿quéeeeeee?
    ...el miedo ante lo que "debía ser" me tiene en ascuas!

    =)

    Un abrazo!

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