-¿Me desnudo?
-No, yo solo soy la recepcionista, el doctor lo espera en la sala 4.
-Mmm… ¿está segura?
-Sí, acabo de verlo y está en la sala 4.
-No me refería a eso…
-Lo sé… estaba bromeando.
-¿Entonces me desnudo?
-No.
-¿No está bromeando otra vez?
-No.
-Ok. De todas formas si cambia de opinión…
-No cambio de opinión. Nunca.
-Pues qué afortunada…
-¿Por qué?
-Por lo de mantener siempre una misma postura…
-No sé qué tiene de raro. A mí me resulta lógico. Solo soy una.
-¿Está segura…?
-¿De qué?
-De que solo es una.
-Por supuesto, ¿qué quiere decir usted?
-No sé si pueda explicarlo brevemente… aunque si quiere lo intento, pero tendría que postergar unos minutos la cita con el doctor.
-No creo que pueda, usted es el último paciente. Luego el doctor se va.
-¿Y no podría intentar comunicarle que llamé y avisé que llegaría 10 minutos tarde?
-¿Y si él se molesta y se va?
-Podría correr el riesgo.
-Pero perdería usted el bono.
-No importa, es lo de menos.
-¿Tiene usted mucho dinero?
-Eh… pues la verdad no, pero por lo mismo no me preocupa.
-Qué lástima.
-¿Qué?
-Que no tenga usted dinero.
-¿Habría sido un punto a mi favor?
-Sin duda.
-Mmm… ¿y si hubiese mentido y en realidad fuese un millonario encubierto?
-Usted no es de esos, se le nota…
-¿Se nota que no soy millonario?
-Me refería a que se nota que no es de los que mienten. Aunque también se nota que no es usted millonario.
-¿Y en qué lo nota?
-En el nivel del bono que compró, en su ropa…
-Me refería a lo de no mentir.
-Ah… eso… pues lo noto un poco en su actitud, en sus ojos…
-¿Y eso no le atrae un poco?
-Pues sí, mínimamente, debo reconocer.
-¿Me desnudo entonces?
-No. No es suficiente.
-Pucha…
-Además me atraen más los mentirosos. Los que no pueden decir la verdad.
-Lo dice usted como si ellos no tuvieran opción.
-Pues sabe, ya que lo menciona, tengo una teoría al respecto…
-¿Respecto a los mentirosos y a sus opciones?
-Sí. Me refiero a que ellos no podrían nunca decir la verdad… la verdad de ellos mismos, me refiero… aunque quisieran.
-¿Por qué no podrían?
-Porque la desconocen. En principio por eso, pero también hay otras razones… claro que no podría explicarlas directamente…
-¿Y con un ejemplo?
-Mmm… de acuerdo. Tengo una gata que se llama Anastasia…
-Espere… ¿por qué me habla de su gata?
-Es un ejemplo.
-Ah…
-¿Puedo seguir?
-Ok.
-Pues bien, decía yo que Anastasia es una gata… Una gata típica, digamos, así que ahorraré descripciones... Pero el caso es que Anastasia no sabe en qué vida se encuentra, así que…
-Espera.
-Dime.
-¿Cómo es eso de que no sabe en qué vida se encuentra?
-Me refiero a las siete vidas de los gatos, eso que dicen todos por ahí…
-Ok.
-Pues bien, supongamos que Anastasia piensa que está en su quinta o sexta vida… ¿qué crees que ella nos diría si le preguntamos sobre su existencia?
-¿Qué diría Anastasia?
-Sí.
-Pues no sé… ¿Miau…?
-No. Suponiendo que hablara.
-Mmm, no sé…
-Yo creo que tendría que mentir, o decir cualquier frase cliché que se viniera a la cabeza, porque no podría decir la verdad de sí misma.
-Como los tipos que te atraen.
-Exacto… pero en cambio, imagina que Anastasia intuye que está viviendo su séptima vida… imagina que ella un día, mientras miraba por la ventana se da cuenta de que ha llegado a su última oportunidad, que ya no tiene otra vida de resguardo… ¿qué crees que sucede?
-Mmm… sinceramente no sé…
-Pues yo creo que ahí, recién, Anastasia comenzaría su verdadera existencia…
-¿Su primera vida?
-No exactamente. Digamos que la única.
-Mmm…
-¿Entiendes ahora?
-¿Qué cosa?
-¿Entiendes dónde estás tú…? ¿En qué vida, me refiero?
-Pues si lo pienso bien, dudaría si en la sexta o en la séptima…
-Exacto. Los que no mienten están en la sexta y media… lo cual es demasiado peligroso porque en cualquier momento se puede redondear hacia arriba y descubres que ya no tienes repuesto…
-¿Y si se redondea hacia abajo?
-Sería suerte, pero las posibilidades son las mismas…
-Mmm…
-Mira, acércate…
-¿Y me desnudo?
-No. Acércate y mira el monitor, es de la sala del doctor.
-¿Tienes acceso a la sala del doctor?
-Sí, pero solo al sector donde está su escritorio… ¿lo ves?
-Sí… ¿qué está haciendo?
-Está llorando.
-¿Qué…?
-Está llorando…
-¿Porque me demoré mucho?
-No. Está llorando porque es menos absurdo que estar riendo, a solas.
-¿Y no podría no estar llorando, ni riendo?
-No. El doctor no es de los tibios. Es un buen doctor.
-Pues es una lástima.
-¿Por qué?
-Porque creo que yo no soy un buen enfermo, no creo estar a su altura.
-Quizá sea cierto.
-Lo es.
-Mira, ahora está guardando sus cosas. Creo que ya se va. Tendrás que venir otro día.
-Sí… o quizá no venga.
-Tal vez... pero oye, a todo esto, ¿qué querías decir con lo de que tal vez no fuera solo una?
-¿Yo dije eso?
-Sí, hace un rato…
-No sé… tal vez me refería a que no te confiaras en ser quién eres, solamente… pues en una de esas te llevas una sorpresa…
-¿Cómo cuál?
-No sé, quizá descubras que eres también Anastasia, por ejemplo, o que estás viviendo varias de tus siete vidas al mismo tiempo… por usar tus teorías.
-Mmm… no creo… además las teorías de uno nunca se aplican a uno mismo.
-¿Por qué no?
-Sería como que un doctor se atendiese a sí mismo.
-¿Y no puede ser así?
-No.
-¿Y alguien que escribe?
-¿Qué pasa con eso?
-¿Qué ocurre si alguien escribe como una forma de sanarse a sí mismo?
-No sirve creo yo, solo sería un diagnóstico, pero la medicina no está oculta en el cuerpo de enfermo, siempre viene desde otro…
-Mmm…
-¿Qué ocurre?
-Nada, pero creo que debiese irme.
-¿Así… de golpe? ¿No vas a seguir insistiendo entonces?
-¿En lo de desnudarme?
-Sí.
-Pues no, no voy a insistir.
-Si cambias de opinión puedes insistir mañana…
-No creo, apenas te hice hablar hoy. Además tengo que confesarte algo...
-¿Que cosa?
-Que mañana no existes.
-No, yo solo soy la recepcionista, el doctor lo espera en la sala 4.
-Mmm… ¿está segura?
-Sí, acabo de verlo y está en la sala 4.
-No me refería a eso…
-Lo sé… estaba bromeando.
-¿Entonces me desnudo?
-No.
-¿No está bromeando otra vez?
-No.
-Ok. De todas formas si cambia de opinión…
-No cambio de opinión. Nunca.
-Pues qué afortunada…
-¿Por qué?
-Por lo de mantener siempre una misma postura…
-No sé qué tiene de raro. A mí me resulta lógico. Solo soy una.
-¿Está segura…?
-¿De qué?
-De que solo es una.
-Por supuesto, ¿qué quiere decir usted?
-No sé si pueda explicarlo brevemente… aunque si quiere lo intento, pero tendría que postergar unos minutos la cita con el doctor.
-No creo que pueda, usted es el último paciente. Luego el doctor se va.
-¿Y no podría intentar comunicarle que llamé y avisé que llegaría 10 minutos tarde?
-¿Y si él se molesta y se va?
-Podría correr el riesgo.
-Pero perdería usted el bono.
-No importa, es lo de menos.
-¿Tiene usted mucho dinero?
-Eh… pues la verdad no, pero por lo mismo no me preocupa.
-Qué lástima.
-¿Qué?
-Que no tenga usted dinero.
-¿Habría sido un punto a mi favor?
-Sin duda.
-Mmm… ¿y si hubiese mentido y en realidad fuese un millonario encubierto?
-Usted no es de esos, se le nota…
-¿Se nota que no soy millonario?
-Me refería a que se nota que no es de los que mienten. Aunque también se nota que no es usted millonario.
-¿Y en qué lo nota?
-En el nivel del bono que compró, en su ropa…
-Me refería a lo de no mentir.
-Ah… eso… pues lo noto un poco en su actitud, en sus ojos…
-¿Y eso no le atrae un poco?
-Pues sí, mínimamente, debo reconocer.
-¿Me desnudo entonces?
-No. No es suficiente.
-Pucha…
-Además me atraen más los mentirosos. Los que no pueden decir la verdad.
-Lo dice usted como si ellos no tuvieran opción.
-Pues sabe, ya que lo menciona, tengo una teoría al respecto…
-¿Respecto a los mentirosos y a sus opciones?
-Sí. Me refiero a que ellos no podrían nunca decir la verdad… la verdad de ellos mismos, me refiero… aunque quisieran.
-¿Por qué no podrían?
-Porque la desconocen. En principio por eso, pero también hay otras razones… claro que no podría explicarlas directamente…
-¿Y con un ejemplo?
-Mmm… de acuerdo. Tengo una gata que se llama Anastasia…
-Espere… ¿por qué me habla de su gata?
-Es un ejemplo.
-Ah…
-¿Puedo seguir?
-Ok.
-Pues bien, decía yo que Anastasia es una gata… Una gata típica, digamos, así que ahorraré descripciones... Pero el caso es que Anastasia no sabe en qué vida se encuentra, así que…
-Espera.
-Dime.
-¿Cómo es eso de que no sabe en qué vida se encuentra?
-Me refiero a las siete vidas de los gatos, eso que dicen todos por ahí…
-Ok.
-Pues bien, supongamos que Anastasia piensa que está en su quinta o sexta vida… ¿qué crees que ella nos diría si le preguntamos sobre su existencia?
-¿Qué diría Anastasia?
-Sí.
-Pues no sé… ¿Miau…?
-No. Suponiendo que hablara.
-Mmm, no sé…
-Yo creo que tendría que mentir, o decir cualquier frase cliché que se viniera a la cabeza, porque no podría decir la verdad de sí misma.
-Como los tipos que te atraen.
-Exacto… pero en cambio, imagina que Anastasia intuye que está viviendo su séptima vida… imagina que ella un día, mientras miraba por la ventana se da cuenta de que ha llegado a su última oportunidad, que ya no tiene otra vida de resguardo… ¿qué crees que sucede?
-Mmm… sinceramente no sé…
-Pues yo creo que ahí, recién, Anastasia comenzaría su verdadera existencia…
-¿Su primera vida?
-No exactamente. Digamos que la única.
-Mmm…
-¿Entiendes ahora?
-¿Qué cosa?
-¿Entiendes dónde estás tú…? ¿En qué vida, me refiero?
-Pues si lo pienso bien, dudaría si en la sexta o en la séptima…
-Exacto. Los que no mienten están en la sexta y media… lo cual es demasiado peligroso porque en cualquier momento se puede redondear hacia arriba y descubres que ya no tienes repuesto…
-¿Y si se redondea hacia abajo?
-Sería suerte, pero las posibilidades son las mismas…
-Mmm…
-Mira, acércate…
-¿Y me desnudo?
-No. Acércate y mira el monitor, es de la sala del doctor.
-¿Tienes acceso a la sala del doctor?
-Sí, pero solo al sector donde está su escritorio… ¿lo ves?
-Sí… ¿qué está haciendo?
-Está llorando.
-¿Qué…?
-Está llorando…
-¿Porque me demoré mucho?
-No. Está llorando porque es menos absurdo que estar riendo, a solas.
-¿Y no podría no estar llorando, ni riendo?
-No. El doctor no es de los tibios. Es un buen doctor.
-Pues es una lástima.
-¿Por qué?
-Porque creo que yo no soy un buen enfermo, no creo estar a su altura.
-Quizá sea cierto.
-Lo es.
-Mira, ahora está guardando sus cosas. Creo que ya se va. Tendrás que venir otro día.
-Sí… o quizá no venga.
-Tal vez... pero oye, a todo esto, ¿qué querías decir con lo de que tal vez no fuera solo una?
-¿Yo dije eso?
-Sí, hace un rato…
-No sé… tal vez me refería a que no te confiaras en ser quién eres, solamente… pues en una de esas te llevas una sorpresa…
-¿Cómo cuál?
-No sé, quizá descubras que eres también Anastasia, por ejemplo, o que estás viviendo varias de tus siete vidas al mismo tiempo… por usar tus teorías.
-Mmm… no creo… además las teorías de uno nunca se aplican a uno mismo.
-¿Por qué no?
-Sería como que un doctor se atendiese a sí mismo.
-¿Y no puede ser así?
-No.
-¿Y alguien que escribe?
-¿Qué pasa con eso?
-¿Qué ocurre si alguien escribe como una forma de sanarse a sí mismo?
-No sirve creo yo, solo sería un diagnóstico, pero la medicina no está oculta en el cuerpo de enfermo, siempre viene desde otro…
-Mmm…
-¿Qué ocurre?
-Nada, pero creo que debiese irme.
-¿Así… de golpe? ¿No vas a seguir insistiendo entonces?
-¿En lo de desnudarme?
-Sí.
-Pues no, no voy a insistir.
-Si cambias de opinión puedes insistir mañana…
-No creo, apenas te hice hablar hoy. Además tengo que confesarte algo...
-¿Que cosa?
-Que mañana no existes.
Buen diagnostico, buena consulta.
ResponderEliminarDe esas conversaciones en donde el interrogado resulta interrogador.
Me encantó. Saludos y suerte!
muchas preguntas y al final como siempre tomas todas las teorias...las preguntas y sigues caminando en tu primera, sexta o unica vida... saludos y me gusto lo que escribiste
ResponderEliminartantas preguntas..., pero me falto una en particular... " cual es tu nombre?"
ResponderEliminarMuchas gracias.
ResponderEliminarY mi nombre es Vian.
Me gustó la frase del primer comentario. "...donde el interrogado resulta interrogador."
ResponderEliminarSuerte Vian.