sábado, 7 de septiembre de 2024

Los monos.


Entraron todos juntos, los monos.

Saltando de repisa en repisa, sin intención aparente de hacer daño.

Los observo en la grabación saltar de un lado a otro como si debiesen hacerlo.

No como si buscase algo, quiero decir, sino como recorriendo un sitio simplemente porque así lo hacían.

Porque era una especie de consigna, digamos.

El sitio en cuestión era una biblioteca pública, en Ecuador.

Una construcción, sencilla, de madera, pero con una sala central bastante amplia, en la que hay muchos muebles y repisas, aunque con escasos libros cada una.

La grabación me la enseña un amigo, que suele escribir artículos sobre el comportamiento animal.

Los monos abrían abierto una ventana y luego entraron por la abertura.

Sin violencia, simplemente fueron entrando y se subieron a algunos muebles y repisas.

Bastante tranquilos, se veían.

Bastante extraños.

Sin parecer monos, quiero decir.

O no de esos monos a los que acostumbrados ver en otras grabaciones, al menos.

De vez en cuando botan alguna cosa, pero es solo al chocar con ellas.

No deliberadamente, me refiero.

Solo uno alcanzo a ver que toma un libro y lo abre, pero no le llama la atención.

Luego de un rato intercambian posiciones y finalmente se van.

Ordenadamente, por la misma ventana que entraron.

No es su hábitat, digamos.

No quisieron permanecer ahí.

Entraron y salieron todos juntos, los monos.

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