jueves, 19 de septiembre de 2024

La clave está en las palabras.


Observo el video que han preparado unos estudiantes.

No para mí, por cierto, sino que se trata de un trabajo que han elaborado para otra asignatura.

En la grabación, ellos dan una serie de recomendaciones para ocasiones formales en los que una persona debe presentarse, ya sea para entrevistas de trabajo u otras situaciones que requieran, de una forma u otra dar a conocer quiénes somos.

Una de las primeras cosas que señalan es que la clave está en las palabras con las que una persona se presenta.

No en quien es, enfatizan.

Es decir, no en la realidad, sino en quién dice, esa persona, que es.

Y en este decir quien es, por cierto, escogiendo muy bien cada palabra.

Luego, recrean una serie de situaciones donde se aplican este y otros principios.

Por último, mientras las presentan y analizan, emplean en varias ocasiones otras frases relacionadas con su propuesta: el lenguaje crea realidad, la importancia del verbo creador… cosas de ese estilo.

A pesar de lo que pudiera parecer, aclaran en sus conclusiones que no es necesario mentir. Que basta con construirse seleccionando las piezas de nosotros que nos conviene exhibir, y exponerlas entonces de una mejor manera.

Todo se reduce a palabras, a fin de cuentas, señalan.

¡Cuánta estupidez!, me digo entonces.

¡Cuánta estupidez y cuánta verdad…!

¡Cuánta verdad y estupidez, me refiero, dan forma a la inocencia!

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