martes, 21 de julio de 2020

Cucharas que no ocupo.


Lavo cucharas que no ocupo.

Hace unos días comencé a contarlas y a fijarme en ese hecho.

Me refiero a que, al lavar, coincide el número de platos, de tazas y de otros utensilios.

Todo coincide menos las cucharas.

Cucharas grandes y pequeñas, sin distingo.

Entonces lo hablo con mi hijo y quedamos de fijarnos.

No vive nadie más, por cierto, en esta casa.

Tomamos nota de las cucharas que ocupamos y comprobamos que difieren en número.

Cuatro días seguidos, ocurrió lo mismo.

Nuevamente, digamos, aparecen otras sucias, que no hemos ensuciado.

Como insisto en el tema mi hijo me dice que no me preocupe, que él las lava.

Sabe, por supuesto, que no es el punto, pero es su forma de decirme que no le dé más vueltas.

Se ríe y cambia el tema, como cuando ocurren cosas de este tipo.

Ruidos sin explicación, animales extraños en la casa y hasta voces que ambos escuchamos.

Nos miramos y bromea, cuando ocurren estos hechos, luego cambia el tema.

Es una postura sana, en todo caso, eso no lo discuto.

Por lo mismo, intento también despreocuparme, aunque las pruebas sean claras, como en el caso de las cucharas.

Algo no calza, es cierto, pero sigo mejor el día así, como usando zapatos que no son de mi talla.

Después de todo hay otras cosas en qué pensar, me digo.

Cosas importantes, me refiero, sin duda más valiosas.

Y claro… pensaba hablar de esas cosas ahora, pero todavía pienso en las cucharas.

¡No puede ser que ese sea el último misterio…!

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