jueves, 30 de julio de 2020

Reventar los globos.


Apenas llegó, esta mañana, lo primero que hizo fue reventar los globos. Estaban colgados desde el cumpleaños, hacía poco más de una semana. Lo hizo mientras saludaba, utilizando algo punzante que tenía en su llavero. Supongo que una pequeña navaja, aunque en realidad no lo sé. Es más triste que se desinflen de a pocopoco a poco van perdiendo el aire y se arrugan y quedan ahí hasta que ha pasado mucho tiempo y luego da pena botarlos. Era cierto, no hay duda, pero mientras él seguía reventándolos comencé a indignarme. Me demoré un poco identificando si era por los globos o por algo más, pero cuando quedaban los últimos tres le dije que se detuviera. Se lo dije de forma brusca, lo reconozco, pero pensé que era la forma adecuada, en ese instante. Con un conchetumadre incluido y una actitud que sin duda debe haberle sorprendido. Ya entiendo, me dijo. Siempre has sido de los que crees que es mejor vivir de esa forma... perdiendo el aire, digamos. Nos quedamos mirando y él sonrió. Supongo que quería provocarme. Entonces levantó la mano para reventar otro y yo tomé un cenicero de piedra que estaba sobre una mesa y se lo lancé al rostro. Lo golpeó, aunque no tan fuerte. Él se buscaba por si tenía un corte, tocándose y llevando la mano frente a él, para ver si tenía sangre. No tenía, en todo caso. De todas formas, el golpe lo frenó y guardó el llavero en un bolsillo. Creo que es mejor que me vaya, dijo entonces. Yo asentí. Mientras se iba le pregunté si había sabido algo de F., y él me dijo que estaba bien. Luego se fue. Yo me quedé mirando los globos. No sé qué significa.

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