domingo, 19 de julio de 2020

Por el borde de las vías.



Para no perdernos caminamos por el borde las vías.

Hace años que ningún tren pasa ya por ellas.

Las seguimos confiados, pensando que llevan a algún sitio.

Sin apuro, observando lo que hay alrededor.


No están muertas, descubrimos, en la tierra.

Raíces de algo que no alcanzamos a observar.

Vivas y serenas, como parte del paisaje.

No conocemos, u olvidamos, sus extremos.


Sobre la muerte la vida, crece igual que el musgo.

Aparecen flores, incluso, entre los rieles.

Dormimos unas horas, sobre ellas.

Flores y maleza, sin que distingamos cuál es cuál.


A veces vemos gente a los costados.

En silencio, inclinando la cabeza al saludar.

Todo es lento y sin embargo desespero pensando.

Que todo puede ser, finalmente, innecesario.


Por ejemplo, cuando observo mis pasos, me tropiezo.

Cuando busco las palabras, casi siempre escojo mal.

Vamos por los bordes de las vías para no perdernos.

Y a veces ruego por el ruido de la lluvia, que me evita pensar.


Si nos ven en el camino les pido que se acerquen.

Y es que uno nunca observa, hasta que irrumpe, el final.

Y el corazón se vuelve piedra, indistinguible de otra piedra.

Y queda al borde de las vías, nada más.

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