sábado, 18 de julio de 2020

Dos.


I.

No sé si te acuerdas, pero Max, el niño disfrazado de lobo que aparece en Donde viven los monstruos, decide en un momento regresar a su casa, alejándose del lugar al que había llegado, en el que lo habían proclamado rey.

Es en ese momento que los monstruos, a pesar de haber sido castigados por su nuevo rey, le ruegan que no se vaya:

“Por favor no te vayas -te comeremos- te queremos tanto”, le dicen.

Si bien no hay explicaciones en el relato, la idea de comer al otro aparece en la narración de una forma extraña. En más de una ocasión, de hecho. Y no realmente como una verdadera amenaza.

Primero Max se lo dice a su madre, como respuesta a algo que ella misma había provocado:

Su madre le llamó “Monstruo” y Max le contestó: “Te voy a comer”

Luego, la ocasión en que los monstruos se lo dicen a Max, no amenazándolo, sino como una promesa, casi como un premio si decide quedarse ahí. Lo comerán, lo harán parte de ellos. Podrá ser un monstruo realmente y no solamente un niño con un disfraz.


II.

No sé si te acuerdas, pero eras pequeño cuando leímos el libro. Y claro… yo también era pequeño, de cierta forma.

Lo leímos sin comentar nada, de la misma forma como hicimos casi todo y lo seguimos haciendo.

Los dos con nuestro disfraz de lobo yendo juntos de un lado a otro y comprendiendo, en el fondo, aunque sin anunciar que lo hacemos.

Y es que, si te fijas, entre nosotros no explicamos, no comentamos… a veces ni siquiera decimos.

¿Has pensado que tal vez uno se comió al otro, como eso que anuncian en el libro?

¿Te has dado cuenta que es una forma de afecto el no tener enunciado, ni conclusión?

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