martes, 11 de diciembre de 2018

Puntos.


Marqué en el mapa algunos puntos.

Pasó el tiempo y viajé hasta ellos.

Tal vez tenía la esperanza que el recorrido revelara algo.

Como esos juegos en que unes puntos y aparece una figura.

No fue así, por supuesto.

Y el viaje perdió, en consecuencia, parte de su atractivo.

Entonces pensé en buscar puntos que formaran, ahora sí, alguna imagen.

Y pasé de esta forma horas frente al mapa.

Preguntándome una y otra vez qué figura era la adecuada.

Cuál contenía, digamos, un significado propio.

Tras probar con varios, desistí.

Y quise creer que el azar, en definitiva, terminaría por revelar la verdadera figura.

Volví así a marcar puntos.

Sin lógica alguna, los marqué.

Y decidí, nuevamente, recorrerlos.

Fui de uno a otro, olvidándome incluso que eran puntos.

Y es que comprendí, en el trayecto, que no hay líneas que unan los puntos.

O más bien, que las líneas trazadas estaban formadas, a su vez por infinitos puntos.

Tras esta comprensión, un día, sin más, me detuve.

Y al observar el mapa solo vi una infinidad de puntos, en contacto.

Y hasta mis manos me parecieron entonces, existir de esta misma forma.

Y marqué en mí, como antes en el mapa, algunos puntos.

Sin saber qué buscaba, los marqué.

Un último intento, pensé, para trazar la figura.

O tal vez una trampa, para atraparse uno mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales