miércoles, 19 de diciembre de 2018

Ecuaciones.


De vez en cuando sueño con ecuaciones.

Un par de veces, al despertar,  las he escrito.

No distingo bien los signos, por lo que casi todas, para mí, son incógnitas.

Llenan cuatro páginas de una libreta que tengo en mi velador.

Nunca me he preocupado de buscar qué significan.

Nunca lo he intentado, aunque sospecho que tienen algún tipo de sentido.

Y es que aunque resolvieran algo, no sé realmente qué resolverían.

Así y todo, hay momentos en que me gusta observarlas.

Generalmente lo hago cuando me siento tranquilo.

Me voy hasta un rincón y pongo algo de música.

Entonces, saco la libreta y paso mi vista por las ecuaciones.

Igual como de pequeño me gustaba hacer sonar textos en idiomas que desconocía.

Ahora, en cambio, como una forma de leerlas, transcribo las ecuaciones.

Voy copiando uno a uno los números y signos intentando que todo parezca organizado.

Lo hago en hojas especiales, con cuidado, como si se tratase de un dibujo.

Y es extraño, porque me emociona ver aquello que extraigo del sueño y que no sé qué significa.

Una vez lloré, incluso, pensando que Dios me hablaba de esa forma.

Y pasé entonces mis dedos sobre las ecuaciones como si acariciase mi interior.

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