-Es como vivir en el DeLorean –me dijo-, voy por la
ciudad y observo lo que viene…
-Me alegro –dije yo, por cumplir.
-Pues no hay de qué alegrarse –siguió-, vivir en el
DeLorean es una mierda.
-Tal vez tengas que ventilarlo de vez en cuando…
-No es eso… -siguió-. Ya sabes, el futuro…
-Claro –interrumpí-. Ya se sabe que el futuro es
una mierda.
-Tampoco es eso –siguió-. De hecho no
necesariamente es una mierda…
-¿Y cuál es el problema entonces? –pregunté.
-El que te decía antes: vivir en el DeLorean.
-¿Y…?
-Y ver el futuro, claro…
-Porque el futuro es una mierda.
-No, hueón… -dijo ahora, algo molesto-. El problema
no es que el futuro sea una mierda o no lo sea…
-¿Y cuál es el problema entonces?
-Pues eso… no sé cómo decirlo de otra forma…
-¿Vivir en el DeLorean?
-¡Exacto…! –exclamó-. ¿Me comprendes, entonces?
-No. Solo repetía lo que habías dicho antes.
-Y no entiendes…
-No.
-Ni quieres hacerlo.
-Ehh… no, –confesé- Creo que no.
-Ni vas a hacerlo.
-Pues no sé –le dije-, dime tú… tú vas en el
DeLorean.
-Todos vamos –señaló. Viviendo en el DeLorean se ve que todos van
en un DeLorian.
-Eh… ya… -acepté-. Todos vamos en un DeLorean.
-No digas nada más –dijo entonces-. Estaciónate
ahí.
Y eso hice.
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