jueves, 13 de diciembre de 2018

No escribí y el cuerpo se me descompuso.


No escribí y el cuerpo se me descompuso.

Aunque algunos podrían pensar que fue al revés.

Tengo fiebre, vómitos y sudo a cada instante.

Y las páginas en blanco se suman y uno no es capaz ni de pensar en eso.


Trato de escaparme del cuerpo descompuesto.

Pero cuando el cuerpo se me descompone todo yo soy cuerpo.

Y la fiebre me limita y el espíritu no se manifiesta.

Y sobre los hombros un peso extraño se posa, como hundiéndome en mí mismo.


Antes yo mismo pensaba que el mal del cuerpo era primero.

Y que luego, claro está, venía el no escribir.

Pero uno se deja de mentir, con el tiempo, y la verdad aflora.

Pero escribir para evitar que esto ocurra, no es honesto en modo alguno.


Si hubiese escrito habría vencido al cuerpo.

Y la descomposición se habría asentado, de hacerlo, en otro sitio.

Pero no escribí y el cuerpo se me descompuso.

Y el dolor parece tener más significado que todo lo que alguna vez, he escrito.


Y claro, es en estos momentos cuando pienso.

Que cuando escriba nuevamente debo hacerlo sin escapar del dolor.

En medio del vómito, sudoroso y con la fiebre en su punto más alto.

Y la verdad se acerque, nuevamente, a calmar la carne.

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