domingo, 2 de diciembre de 2018

Mi tiempo correcto.


Tengo un reloj a cuerda.

Al que le doy cuerda.

Dos de cada tres días, en promedio, lo hago.

Pero como requiere cuerda a diario, el reloj suele mostrarme, otra hora.

Algunos creen que actúo así por simple olvido.

Pero en realidad no le doy cuerda si no tengo ganas.

Por esto, soy responsable, en plenitud, de la hora que marca.

Hoy por ejemplo, no le he dado cuerda.

De hecho, mientras escribo, observo el reloj, que ya ha comenzado a detenerse.

Pensaba en acercarme igualmente y hacerlo andar, pero lo de las ganas puede también ser una consigna.

No forzar la voluntad, digamos, o algo en esa línea.

Lo extraño, es que a pesar de saber que marca horas distintas, suelo guiar mis acciones por lo que marca ese reloj.

Tiempo de comidas, por ejemplo, o cualquier otra cuestión de costumbres, salvo las imponderables del trabajo para las que suena una alarma digital.

Quienes vienen a casa siempre se ofrecen para poner el tiempo correcto en el reloj a cuerda, pero yo no los dejo ni acercarse.

Además, de cierta forma, es el único reloj que marca el tiempo correcto.

Mi tiempo correcto.

Antes que muera, estoy seguro, ese reloj se habrá detenido por completo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales