lunes, 16 de abril de 2018

Ella hablaba con orgullo de su abuelo.


Ella hablaba con orgullo de su abuelo.

Decía que había sido un buen hombre.

Un doctor preocupado por los otros.

Que esterilizó gratis a las putas de su pueblo.


Yo pensaba en principio que bromeaba.

Pero la historia volvía a aparecer cada vez que ella bebía.

Y entonces hablaba de su abuelo y se veía alegre al recordarlo.

Y no me percaté que su alabanza iba de paso, en detrimento mío.


Ocurrió así que cuando el buen tiempo quedó atrás.

La historia del abuelo pasó a ser utilizada en mi contra.

Ya que mientras él esterilizó a las putas de su pueblo.

Yo vivía, según ella, sin hacer el bien de modo alguno.


Comenzó a molestarme así, la historia de su abuelo.

Y pensé en la forma de ensuciar su imagen.

Pero lo cierto es que todo a quien pregunté, lo admiraba.

Simplemente porque el viejo había esterilizado a las putas.


¡¿Qué es lo tan valioso de esterilizar a las putas…?!

Le grité una noche, cuando exploté.

Y entonces ella se entristeció, pues además de no hacer el bien.

Era yo un ser incapaz, de comprender al prójimo.


Poco después de aquello, terminamos, según recuerdo.

No la volví a ver, pero supe que se fue a España.

Con el tiempo, conocí una puta y me contó que estaba embarazada.

No se veía muy alegre, pero al menos ya tenía un nombre para el niño.

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