martes, 17 de abril de 2018

Apuesta.


Aposté todo al doce y salió el cuatro.

La ruleta giró y salió el cuatro.

Nunca me ha gustado el número cuatro.


Esa última frase me salió en voz alta.

Algunos jugadores me miraron por hablar en voz alta.

Y yo les pedí disculpas, a los que estaban junto a mí, también en voz alta.


A mí tampoco me gusta ese número dijo alguien junto a mí.

Era una mujer vestida de negro con una revista bajo el brazo.

Tras decirlo apostó todo al cuatro y ganó una gran cantidad de fichas.


No siempre está bien lo que a uno le gusta, dijo la mujer entonces.

Me refiero a que no está bien para el mundo y este entonces nos castiga.

En cambio lo que detestamos encierra a veces una victoria nada desdeñable.


Entonces la mujer se acercó hasta mí y me entregó unas fichas.

No las pedí, pero estas llegaron de igual forma y no eran pocas.

Luego se fue hasta una mesa cercana y se sirvió una copa de vino.


Mientras miraba la ruleta girar pensaba yo en mi próxima apuesta.

Pensé en jugar todo por el cuatro, o por el doce, hasta que simplemente aposté.

No esperé, sin embargo, a ver los resultados de todo aquello.


Fui entonces hasta donde la mujer, mientras la ruleta giraba.

Tampoco me gustaba el doce, le aclaré. Además los números no existen.

De la ruleta me llamaron, pero no voltee y me fui sin despedir.


Mientras me iba, sentí que todo aquello, se había vivido varias veces.

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