lunes, 23 de abril de 2018

Era un buen tipo.


Era un buen tipo, pero comenzó a alejarse de su mujer e ir con putas a partir de un cuadro. Y no es que ir con lo putas lo convirtiera de inmediato en un mal tipo, pero digamos que lo hizo como una manera de ensuciarse, tal vez. O por dañar algo. No sé bien como decirlo. Lo que sucedió además parece mentira, pero ocurre simplemente que he reducido los hechos a lo esencial y eso hace que sueño extraño. Déjame mejor contarlo de otra forma.


Un hombre tiene su vida normal. Normal-Feliz, incluso. Familia, trabajo y salud. Todas esas cosas que supuestamente te hacen feliz o que al menos te llevan a avergonzarte cuando quieres pedir algo más. Tiene eso, decía, pero un día descubre casualmente la reproducción de un cuadro que lo emociona. Uno de Rockwell, digamos, pero pudo ser cualquier otro. No sabe qué le pasa al verlo, pero un día compra la reproducción y se descubre llorando. Crece su humanidad, digamos, frente al cuadro. O aflora. Y es entonces, tras varias semanas de mirar el cuadro a escondidas que decide contárselo a su mujer y ella le dice que sí, que es lindo. O sea, él busca el momento para decírselo y tiene  miedo, pero al final lo hace. Entonces él le muestra la imagen, ella lo ve y le dice que es lindo. Y eso debiese estar bien, por supuesto, pero él sabe que hay algo que ella no comprende. Que están más lejos del cuadro y de sí mismos que antes. Lo intenta entonces nuevamente, pero siente que ella no comprende. Y tiene rabia. Y claro, es entonces que va con putas. Porque sabe que a ella le dolería, va con putas. Ocurren más cosas, pero ese es el resumen, por supuesto. Eso y que quema la imagen del cuadro de Rockwell. Se me olvidaba eso. No la olvida, pero quema la imagen. Ni siquiera da para una historia.

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