Pasó esta mañana frente a tu ventana
un hombre cuyo rostro era similar al de Cristo.
Se lo comentaste a F por teléfono
y luego dijiste que de todas formas,
si hubiese sido el real,
no hubieses podido diferenciarlo.
F se rio y te dijo que él había visto pasar un hombre
que no se parecía a Jesús,
pero que llevaba una enorme cruz a cuestas.
Entonces se rieron ambos
y hablaron mejor de Santiago en verano,
y hablaron mejor de Santiago en verano,
comentaron que el tránsito era menos terrible
y hasta quedaron de juntarse a tomar algo
en algún lugar
un día de estos.
Poco después fuiste a comprar al supermercado,
donde pasaste al menos dos veces por cada pasillo
aunque solo compraste, finalmente, un par de duraznos
y un tomate grande.
Te veías hermosa en el supermercado,
a todo esto,
con esos gestos de indecisión...
si hasta casi me acerco a hablarte
cuando te vi, desde la caja,
mirar la lechuga
que estaba pagando una señora.
Desde entonces, hasta que terminaste de preparar
ya en tu casa
esos ravioles con ricota,
no hice otra cosa
que intentar componerte una canción.
La quería hacer alegre y liviana,
fresca como la lechuga que llevaba esa señora,
y que tú miraste en el supermercado.
El coro justamente
hablaba de tus ojos
y respiración
al mirar esa lechuga.
Por más que lo intenté, sin embargo,
no conseguía hacer rimar
verso alguno,
y como no quería mentir para lograrlo,
la canción se fue volviendo poco a poco
como este texto.
Así las cosas,
solo me queda dejar este intento de canción
junto a tu puerta
donde también encontrarás una lechuga fresca,
que reemplaza al típico
manojo de flores.
Antes de abrir la puerta, sin embargo,
sé que observas a una pequeña polilla
que se posa sobre tu horóscopo.
No sabes si eso es buena o mala suerte.
Si de veras quieres magia
puedes volver sobre este texto
y descubrirás una hermosa canción (x2).
Qué bonito :)
ResponderEliminarGracias.
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