jueves, 26 de febrero de 2015

No es lo mismo.



-Antes de morir quiero que me congelen –me dijo-. En una de esas máquinas que salen en las películas de ciencia ficción…

-¿Para que te despierten en un futuro lejano? –pregunté.

-No, no es eso… -contestó-. De hecho, no estoy seguro si quiero que me despierten, alguna vez…

-¿Y para qué congelarse, entonces?

-No sé… para no morir, en el fondo, yo creo...

-¿Te da miedo morir?

-Claro… como a todos…

-Pero estar congelado y no descongelarse, ¿no debe ser igual a estar muerto…?

-No es lo mismo… -explicó-. O sea, lo que me da miedo es el acto de morir… no el estado de estar muerto…

-…

-De todas formas tampoco es algo tan simple… -continuó-. O sea, no es simple porque igual es como cambiar un miedo por otro…

-¿El miedo a lo que suceda estando congelado?

-No, no es eso, tampoco… Me refiero a la dificultad de elegir correctamente el momento para congelarse… para no perder vida… o no perder mucha vida, más bien…

-No te entiendo bien… Desde un inicio hablabas de congelarte antes de morir…

-Claro… pero ¿cómo se sabe cuándo es ese antes…?

-Sigo sin entender bien…

-Me refiero a que siempre estamos en ese antes… hoy es siempre “antes de morir” para todos los que están vivos… pero a veces puede ser difícil identificar ese momento justo antes de morir…

-Entonces te da miedo la acción de congelarte y no el estar congelado… como con la muerte…

-No… con la muerte es así… con el congelarme no me da miedo la acción, sino el tiempo de la acción, la identificación de ese momento…

-¿Y entonces…? ¿Se te ocurre alguna solución?

-Sí… pero es muy tonta…

-¿Cuál?

-Lo ideal sería congelar el tiempo justo antes de que yo elija el momento ese del que hablaba… aunque lo congele otro, claro, para no identificar mal el momento…

-¿Y si el otro elige mal el momento?

-No sé… al menos no lo sabré y será culpa mía…

-Pero eso mismo es la muerte po, hueón…

-No, no es lo mismo…

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