lunes, 16 de febrero de 2015

Pensar en lo que no existe v/s Un jugo de melón.



Ella intenta pensar
en lo que no existe.

Luego,
como no lo logra
se prepara un jugo de melón.

Por esto,
ocurre que una mitad de su cuarto
está llena de melones
y la otra mitad
está llena de restos
de lo que alguna vez
fueron melones,
pero ya no.

Su posición,
por cierto,
es siempre la misma:
de pie,
justo entre ambas mitades de su cuarto,
con un vaso lleno hasta el borde
del ya mencionado
jugo de melón.

Ocurre entonces que
gran parte de sus días
ella cae en esta situación,
por lo que su vida cotidiana
ha comenzado a sufrir
distintos tipos de mermas,
muchas de ellas trascendentes, es cierto,
aunque claro…
también existen otras,
como las económicas,
de no tan difícil solución.

Es así que,
para solucionar estas últimas,
me presento en su cuarto para sacar algunas fotos
que ella quedó de enviar
a una revista
en la que trabajaba antaño.

Y sí…
hay que reconocer que,
el asunto ese de los melones y las cáscaras,
más la luz que entra por la ventana,
y la actitud de ella,
justo al medio de su pieza, vaso verde en mano…
dan como resultado
una composición maravillosa…

Y claro,
es entonces cuando me cuenta
que intenta desde hace mucho
pensar en lo que no existe,
pero que al fracasar termina siempre,
preparándose jugo de melón.

Así, finalmente,
como no se me ocurre qué agregar
a su confesión,
me alejo del lugar calculando
si resulta o no más provechoso
lograr pensar en el que no existe,
pero no tener en la mano
ese vaso con jugo de melón.

(Yo lo prefiero,
por cierto,
sin azúcar.)

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