-(…) Porque él era un sabio, es cierto, pero yo
algo sabía del asunto y se lo hice saber… Se lo expliqué incluso, con detalle,
por si no era tan sabio como todos suponíamos, y hasta lo encaré y le exigí que
se pronunciara al respecto…
-¿Y qué te dijo?
-Bueno, en realidad no dijo nada… pero su actitud
lo delataba… él sabía que yo estaba en lo correcto. De hecho, para demostrárselo,
cité a Goethe: “La desgracia que ocurre no es jamás la que se ha previsto”, le dije,
y me pareció que asentía… o sea, no con agrado, es cierto, pero todo llevaba a
concluir que aceptaba su derrota… Además se trataba de una observación de
Goethe, no era cualquier cosa… Y bueno, entonces quise asegurarme de que la
comprensión era completa y se lo planteé directamente… ¿entiende cuál es la
desgracia?, le pregunté…
-¿Y qué te contestó?
-Pues no dijo nada, realmente… pero me pareció que
el silencio del sabio estaba lleno de significados… y hasta me dio lástima
verlo reducido a eso… O sea, no negaré que es reconfortante tener la razón, por
sobre un sabio, pero también es terrible ver fallar a un hombre de esa
envergadura… Me refiero a que es como escuchar crujir a un puente, o ver llorar
a un padre… es una señal debilidad de un sistema completo de creencias… Así que
entonces, traté de explicarle mis sensaciones, para que comprendiese de mejor
forma cuáles eran mis verdaderas motivaciones… Pues bien, ¿sabes qué me dijo
cuándo expliqué mi situación?
-No… no sé…
-Pues no me dijo nada, tampoco. Siguió en silencio,
nada más, aparentemente derrotado… Y su ánimo empezó, lamentablemente, a calar
en mí… Me refiero a que la situación entera era compleja… y no era para nada
reconfortante puesto que se trataba de una victoria que se había edificado
sobre la idea de la desgracia… Él lo sabía, claro, pero se negaba a admitirlo,
por eso se lo pregunte mejor directamente… ¿Tanto te cuesta aceptar que mi
razonamiento sea válido…?, le dije… Y bueno, adivina que me contestó…
-¿No te dijo nada?
-No, sí me habló esa vez… Pero solamente para
decirme que yo era el que estaba equivocado y que la salvación que llega tampoco es la que
se espera…
-¿Que la salvación que llega tampoco es la que se
espera...?
-Sí, eso me dijo.
-¿Y qué se supone que quiere decir eso?
-Pues no lo sé muy bien, realmente… pero se lo
pregunté un par de veces y no contestó… Yo creo que confiaba en que yo
comprendiera todo por mí mismo, pero lo cierto es que me costó un poco…
-¿Ahora entiendes, entonces?
-Pues no sé bien, supongo que un poco… pero no lo
tengo totalmente claro…
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