sábado, 21 de febrero de 2015

¿Y qué te dijo el sabio?



-(…) Porque él era un sabio, es cierto, pero yo algo sabía del asunto y se lo hice saber… Se lo expliqué incluso, con detalle, por si no era tan sabio como todos suponíamos, y hasta lo encaré y le exigí que se pronunciara al respecto…

-¿Y qué te dijo?

-Bueno, en realidad no dijo nada… pero su actitud lo delataba… él sabía que yo estaba en lo correcto. De hecho, para demostrárselo, cité a Goethe: “La desgracia que ocurre no es jamás la que se ha previsto”, le dije, y me pareció que asentía… o sea, no con agrado, es cierto, pero todo llevaba a concluir que aceptaba su derrota… Además se trataba de una observación de Goethe, no era cualquier cosa… Y bueno, entonces quise asegurarme de que la comprensión era completa y se lo planteé directamente… ¿entiende cuál es la desgracia?, le pregunté…

-¿Y qué te contestó?

-Pues no dijo nada, realmente… pero me pareció que el silencio del sabio estaba lleno de significados… y hasta me dio lástima verlo reducido a eso… O sea, no negaré que es reconfortante tener la razón, por sobre un sabio, pero también es terrible ver fallar a un hombre de esa envergadura… Me refiero a que es como escuchar crujir a un puente, o ver llorar a un padre… es una señal debilidad de un sistema completo de creencias… Así que entonces, traté de explicarle mis sensaciones, para que comprendiese de mejor forma cuáles eran mis verdaderas motivaciones… Pues bien, ¿sabes qué me dijo cuándo expliqué mi situación?

-No… no sé…

-Pues no me dijo nada, tampoco. Siguió en silencio, nada más, aparentemente derrotado… Y su ánimo empezó, lamentablemente, a calar en mí… Me refiero a que la situación entera era compleja… y no era para nada reconfortante puesto que se trataba de una victoria que se había edificado sobre la idea de la desgracia… Él lo sabía, claro, pero se negaba a admitirlo, por eso se lo pregunte mejor directamente… ¿Tanto te cuesta aceptar que mi razonamiento sea válido…?, le dije… Y bueno, adivina que me contestó…

-¿No te dijo nada?

-No, sí me habló esa vez… Pero solamente para decirme que yo era el que estaba equivocado y  que la salvación que llega tampoco es la que se espera…

-¿Que la salvación que llega tampoco es la que se espera...?

-Sí, eso me dijo.

-¿Y qué se supone que quiere decir eso?

-Pues no lo sé muy bien, realmente… pero se lo pregunté un par de veces y no contestó… Yo creo que confiaba en que yo comprendiera todo por mí mismo, pero lo cierto es que me costó un poco…

-¿Ahora entiendes, entonces?

-Pues no sé bien, supongo que un poco… pero no lo tengo totalmente claro…

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