Se acaban las vacaciones y retorno a un nuevo año
laboral.
En 4 horas y media, aproximadamente.
No obstante la cercanía del hecho, prefiero no
reflexionar al respecto.
De hecho, prefiero ver la entrega de los Óscar,
hojear un par de libros y preparar una guía a partir de un texto de Byung Chul
Han, a quién he comenzado a leer, hace prácticamente nada.
Leo entonces un texto (Psicopolítica neoliberal)
del que elijo unos fragmentos para hacer la guía.
Escojo, por ejemplo, aquellos en que señala que el
obrero, en el sistema neoliberal, se ha ido transformando en empresario… pero
empresario de sí mismo.
Amo y esclavo, digamos, en una misma persona.
El trabajador que se explota a sí mismo.
Etcétera.
…
¿Se han dado cuenta que casi nunca se escribe
completa la palabra etcétera…?
Es un tipo de ahorro, supongo.
Aunque claro… todo es un tipo de ahorro, hoy en día.
Todo o casi todo, si lo pensamos.
Pero claro… es justamente lo que no es ahorro, lo
que purifica (en parte) todo esto.
Usted leyendo estas palabras, yo escribiendo…
Sin mayores apuros, me refiero.
Porque claro… un regalo se da sin apuros, por
supuesto.
Eso supongo, al menos.
No es que no tenga sueño ni que usted no tenga
cosas mejores qué hacer.
Quiero creer que no.
Quiero seguir creyendo que se trata de un regalo.
¿Ya les dije que estaba haciendo una guía…?
Pues ahora estoy también haciendo unas preguntas de
esa guía.
Trato de llevar, con las preguntas, algunos
conceptos al contexto específico de mis estudiantes…
El estudiante como empresario, digamos.
El amigo como empresario.
La pareja como empresario.
Cosas así…
Después de terminar este texto volveré a la guía, y
me prepararé un té.
También tengo ganas de una ducha.
En 4 horas vuelvo a trabajar.
En unas 23 o 24 vuelvo también acá, nuevamente.
Es la consigna.
Me gusta ese concepto.
…
Como trabajador, en definitiva, soy uno de los peores
empresarios del mundo.
Y me enorgullezco de serlo.
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