lunes, 2 de febrero de 2015

Más o menos.

“Todo esto sucedió, más o menos”
K. V.


I.

Veo un programa de tv donde una hipnotista pone en trance a una serie de invitados.

Se trata de un programa de entretenimiento español bastante mediocre en el que también se encuentra un cantante, un actor y creo que un deportista no muy reconocido.

Debía cambiarlo, claro, pero el calor de la tarde era mi propio hipnotista y me sentía incapaz de apretar incluso el control remoto.

Así, sucedió que la hipnotista comenzó a poner en trance a uno de los invitados. Creo que al actor.

Fue entonces que presté atención a las palabras que conducían al trance.

-Estás dentro de ti mismo, -le decía-, eso donde estás eres tú mismo… Ahora quiero que veas que hay un fondo oscuro… pues bien, no te vayas hacia allá… no te vayas al fondo que de ahí yo no te saco… pues bien… ahora quiero que vayas hasta tu cabeza y le digas a tu cerebro que…

Luego de esto, la hipnotista le decía alguna orden chistosa o extraña que no viene al caso recordar.

Hizo lo mismo con todos los invitados.

El público se reía de cada una de las situaciones que ella les solicitaba.

Entonces cantó el cantante y regalaron algo a los invitados.

Poco después, termino el programa.


II.

Me quedaron dando vueltas las palabras de la hipnotista.

Y claro… eso, más el calor y más la necesidad de sentir algo claro en estos días, me llevaron a intentar ver si era cierto lo de ese fondo al interior de uno mismo… comprobar si yo podía verlo, me refiero.

Así, intenté por largo rato hacer ese viaje interno.

De hecho, traté de hacerlo y fallé varias veces, hasta que resultó.

Esto donde estás, me dije entonces, eres tú mismo.


III.

No voy a dar detalles de cómo era mi yo mismo, como lugar.

En todo caso, no tenía mayor gracia y no creo que les interese.

Lo que sí podría contar es que visualicé ese fondo e intenté dirigirme hacia él.

No sé si describirlo como una cueva o un pozo, pero era sin duda un espacio al que se accedía por un lugar algo estrecho.

Así, sin intención de llegar hasta el final, aunque sí de indagar un poco en su profundidad, avancé y miré hacia el fondo.

Me sobresalté cuando noté que había alguien en el fondo.

No pensaba encontrar a nadie y el corazón me latía a mil.

Noté que se movía.

Alguien vivía al fondo de ese lugar.


IV.

-No debes verme –me dijo.

-No soy tú, si eso piensas –me dijo.

-No sé más que tú –me dijo.


V.

Retrocedí con cuidado para salir de ese lugar.

Intenté mantenerme tranquilo.

No fue mi imaginación, me dije, aun saliendo desde mí.

Lo repetí incluso, varias veces, pues quería asegurarme de no cuestionar aquello, más adelante.

Mientras abandonaba el lugar, por cierto, me golpee en la canilla y me quedó un chichón.

Cualquiera puede comprobar que es cierto.

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