“Hizo trampa… comenzó a avanzar antes
que los dados se hubieran detenido”
-Nada más feo que subir montañas –nos dijo-.
Ustedes creen que es lindo o hasta entretenido… pero lo cierto es que con eso
solo le quitan dignidad a la montaña… matan un Dios cuando suben…
-Pero es un desafío…
-No lo es –interrumpió-. No es algo que pueda
hacerse con orgullo… Es decir, el hombre viola a la montaña cuando sube… obliga
a los dioses a irse lejos… Las cumbres, sobre todo, no son para los hombres…
-Pero si fuese así entonces también nadar y…
-Exacto –volvió a interrumpir-. Nadar también es
feo… y volar y hasta viajar al espacio… pero los dioses estaban con nosotros habitando
en las cumbres… cerca de nosotros, me refiero… ahora, los hemos arrojado cada
vez más lejos… y es que no estamos listos para verlos y ellos deben largarse,
por seguridad…
-¿Y entonces usted…?
-Yo vigilo la montaña –agregó-. Voy detrás de los
hombres que intentan alcanzar la cumbre y los derribo antes que puedan hacerlo…
No importan los medios, solo los derribo… soy como una especie de ancla de los
hombres…
-¿Ancla?
-Claro… -recalcó-. Como un ancla. Eso es lo que les
falta a los hombres… ni el amor es ancla… creen que se mueren si arrojan el
ancla… por eso se mueven, por eso suben montañas… pero todo son calles sin
salida… pierden la vida así, yendo hacia la pared final del callejón sin
salida... no germinan por eso… Por eso los detengo. Yo soy el ancla.
-Pero entonces usted…
-No lo digas, muchacho –concluyó-. No pierdas el
tiempo diciéndolo. Simplemente baja la montaña. No vayas… Suena mal, pero es lo
correcto. La verdad siempre suena mal, muchacho…
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