“Nec dubitamus multa esse quae et nos
praeterierint;
homines enim sumus
et occupati officiis”
Plinio el Viejo.
Plinio el Viejo habla de un fenicio que quemó su
casa y se lanzó al mar.
De hecho, lo nombra como el primer fenicio que
desarrolló cierta técnica marítima.
Una especie de inclinación en las velas, de remos
salientes, de dirección fija.
Luego, Plinio habla de los vientos y establece una breve
comparación con el espíritu del hombre.
Así, Plinio señala que el hombre engaña a su
espíritu amarrándolo a diversos sitios.
Con todo, no hay explicación escrita sobre el
porqué del viaje del fenicio.
Por otro lado, si bien valora la navegación, Plinio
sostiene que la única dirección del hombre es la que conduce a la ruina.
Así, al igual que el fenicio, Plinio el Viejo llama
a quemar todo lo que es lujo, pues es expresión de debilidad y cárcel del hombre.
Con esta misma certeza, Plinio habla también sobre
seres gigantescos, arbustos que cambian de posición, lluvias de peces y de
piedras.
Extrañamente, el final del fenicio que quemó su
casa y se lanzó al mar, es similar al del propio Plinio.
Así, mientras el barco en que viajaba el fenicio
fuese destruido por la erupción de un volcán marino, Plinio el Viejo muere
mientras intenta acercarse lo más posible para estudiar la erupción de Vesubio.
Quienes lo conocieron, en su época, resumen su vida
alabando su obra y su grandioso intento por dar cuenta acabada de lo que era el
hombre y la vida natural.
Por último, no dejan de señalar que a pesar de
todos sus logros, no dejó e tiempo necesario para indagar sobre sí mismo.
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