viernes, 20 de diciembre de 2013

Cuando el poeta dona su voz a los pájaros.


Se equivoca el poeta
que dona su voz a los pájaros.

¡Pobres pájaros!

Todos los que lo vimos
hacer aquellas cosas,
le advertimos.

Esa es la voz que tienen,
le dijimos,
desiste…
pero nada.

Pío, pío, pi.

Entonces,
el poeta decidió que era capaz
de tomar el nombre de las piedras
y fue jugando a llamarlas
una a una.
.
Con todo,
en mitad del bautismo
el poeta tuvo un breve indicio
de que estaba equivocado.

Pío, pío, pi.

No es que se arrepintiese.

No es que vislumbrara algo.

Lo que ocurrió, simplemente,
fue que los días
pasaron
cada vez más rápidos,
y el sol
y hasta el viento
terminaron por confundir al poeta
quien se olvidó de todo
por sujetar sus palabras.

Y es que ante todo,
reunió el poeta las esdrújulas
que daban un efecto cautivador
a sus poemas,
y hasta guardó los nombres latinos
que lo hacían parecer
un tanto más erudito…

Pío, pío, pi.

Llegó la hora de los pájaros,
dijo entonces el poeta,
llegó la hora en que mi voz
servirá de camino
a todos ellos.

Pío, pío, pi.

Así, mientras componía el primer poema
(tras donar su voz),
el poeta vio con alegría
cómo una bandada de grandes pájaros
se acercaba a agradecerle.

Pío, pío, pi.

Fue entonces que los pájaros
fueron bajando uno a uno
y en picada
hasta el poeta,
hasta que todo estuvo hecho.

Pío, pío, pi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales