sábado, 8 de diciembre de 2012

Vian, samurái.

“Me alegra saber que todo está vacío”



Es fácil morir en la batalla.

Arriesgarse.

Ser un héroe.

Lo difícil es distinguir la batalla correcta.

Esa en que el triunfo es realmente nuestro y es parte de un camino.

Y es que todo ocurre dentro de un camino.

Aunque es cierto:

Eso no asegura dirección.


Así, el sentido deviene finalmente de algunos principios básicos.

Tomar la vida en préstamo.

Tener el corazón en blanco.

Saber que hablar y hacer son lo mismo.


Nace así, de lo anterior.

Una sensación de libertad constante.

Nacida de una pérdida constante.

Una especie de amor blanco que en el fondo es desamor.

Porque es necesario desamar constantemente.

Para limpiar el corazón.

Es decir: 

No ensuciar el traje que nos prestó la vida.


Respecto al señor, por último.

Respecto al señor que has de servir, me refiero.

Elígelo al mismo tiempo con precaución y confianza.

Con precaución porque servir a otro siempre es frágil.

Y con confianza porque nadie hay mejor que otro.

Y porque el corazón de un hombre es siempre digno.


No lo olvides:

Sin una espada que amenace tu estancia.

La vida pierde su valor.


Tomar la vida en préstamo.

Tener el corazón en blanco.

Saber que hablar y hacer son lo mismo.

Y claro:

No ensuciar el traje que nos prestó la vida.




1 comentario:

  1. En mi caso, me resulta más fácil elegir las batallas que he de pelear, que atreverme a lanzar a la lucha y ser heroína (no la droga jejeje!)
    Un abrazo

    ResponderEliminar

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales