jueves, 19 de mayo de 2011

Vian y los sedentarios.

.
I.

Vian recibe constantes invitaciones de los sedentarios:
para que deje de dar tumbos,
para que habite al interior de sus escritos
o hasta para obtener un crédito hipotecario.

A veces lo piensa,
y recuerda la historia del rey
que hizo arrancar el oasis
desde el medio del desierto
para llevarlo a su palacio.

No hay verdad en la verdad robada,
se dice entonces,
ni exilio verdadero
ni muerte;
solo desgaste.

“Que otros arranquen las flores
y llenen sus hogares de cadáveres”
sentencia.

Luego,
Vian sale a la noche
llena de frío,
para pensar mejor.


II.

Vian es tonto como un clavo.

Pero temeroso del martillo
sabe ponerse a salvo
en la oscuridad.

Desde ahí,
mira las ventanas encendidas
de los sedentarios,
y se engaña a sí mismo, pensando,
que su exilio es por voluntad
y que lo purifica
el cansancio.

Pero Vian, como decíamos,
es tonto como un clavo.

Y sin querer comienza a hundirse
en el lugar en que reposa,
y cuando quiere evitarlo
camina en círculos
y va despacio.

Lo peor es que como la noche
está oscura,
no logra saber a qué se debe
el dolor
en las palmas de sus manos.


III.

Por otro lado
Vian no es nómade,
es decir,
no anda por ahí recolectando.

Él es más bien un perdido,
uno de esos que de lejos
puede parecer borracho.

Y sí,
no podemos negar
que toma unos cuantos litros
de vez en vez,
y que camina chueco
y que incluso a veces
habla raro.

Pero Vian sin duda es otra cosa
y ahora daré un ejemplo
para explicarlo.


IV.

Es cierto
que Vian camina por las noches,
y que conversa como amigo
y hasta come, alguna vez,
con los sedentarios.

Sin embargo,
el ejemplo real comienza
cuando oculto tras un poste
o tras un árbol,
lanza piedras a los vidrios
que gritan al quebrarse
como si lo estuvieran esperando.

Nada de huir, ni de correr,
ni manotazos de ahogado:
los vidrios se quiebran
porque debían quebrarse,
y muy poco importa
si es que hubo daños.

Y es que si Vian fuera el hombre goma
pasaría haciendo nudos
con su cuerpo elástico.

(Y si fuera mago
yo creo que quizá desaparece
al final del espectáculo)


V.

Para terminar,
me gustaría aclarar que Vian
no ha quemado niños,
y que su objetivo ha sido simplemente
decir que no
cuando lo han invitado.

Así,
si los otros viven de cabeza,
o si son sedentarios,
es algo que a la larga
poco importa,
según él mismo ha comentado.

Lo importante aquí
es que cualquier invitación,
o consejo,
viene en el fondo a plantearle
una existencia ajena,
como si otra sangre
vertieran en sus venas
y algo propio le estuvieran robando.

No soy peor
ni mejor,
me dijo un día,
y si bien a veces soy un genio
otras soy sin duda
derechamente ahuevonado.

Yo lo miré y comprendí
que no mentía,
aunque también entendí
en ese instante
que había algo más que Vian nunca decía
incluso cuando había terminado.

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