martes, 3 de mayo de 2011

Vian, preliminar.

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En el día a día peleo a ciegas, sin técnica, con golpes que si bien deben de hacer daño, nunca sé realmente hacia quién o a quiénes se dirigen.

No se trata para nada de la pelea de fondo, la estelar, esa que esperan día a día los otros para entretener sus almuerzos, o sus cenas, o la vida que debe hacerse cuando estás con alguien al otro lado de la cama y no es el tiempo aún para apagar la luz.

No es la historia del hombre que se suicida, o que mata a sus hijos, o que se quema en el centro de la calle… eso se lo dejo a otros; mi vida es como la pelea preliminar, simplemente, la del boxeador que perdió la cuenta de sus triunfos, y que sobrevive porque no hay mucho más que sepa hacer, o que sienta que tiene sentido, al menos para él.

A veces, escucho hablar a la gente sobre el amar lo que hacen, o hacer “algo que te llene”… ¿pero saben? no creo en esas vidas llenas de haceres tibios, o en ese hartarse que siempre me ha parecido egoísta, y falso.

Así, resulta que las únicas veces que me he sentido “lleno”, es cuando me he vaciado por completo, he dado todo lo que he tenido y he quedado tan vacío que me he sentido prácticamente parte, de aquello que me rodea.

Una vez conocí a un tipo que me dejaba un poco esa sensación. Era guardia de una vieja casona donde ensayaban unos grupos de teatro y donde antes había habido, según contaba, un club de boxeo donde él era uno de los destacados.

-No perdí ni una –me decía atropelladamente, y sin dejar de caminar de un lado a otro-, siempre gané, nunca perdí, pero nadie me patrocinó porque eso era caro, entrenaba con los grandes y nadie me botaba y cuando pelee nadie me ganó, pero yo era de los de antes de las peleas grandes, y los tipos se entretenían con uno y a veces se aprendían mi nombre pero nunca lo gritaron y eso que siempre gané…

Recuerdo que el hombre aquel no paraba nunca de hablar y siempre me contaba su historia. Caminaba de un lado a otro y mientras lo hacía, lanzaba unos golpes al aire, como si esos fueran sus signos de puntuación para que uno pudiera así, entender su historia.

Según decía, no tenía ni mujer ni hijos y vivía ahí mismo, recuerdo, en unas piezas, donde todo estaba amoblado con decorados que las compañías teatrales iban dejando en desuso.

-Mi casa es como de mentira –me decía- todo es de mentira, vidas de mentira, fotos de mentira, todo casi… hasta cuchillos de goma hay por ahí dando vueltas y yo los dejo porque me gusta confundirme y pensar que esa vida no es esa porque yo en realidad triunfé y soy un boxeador famoso, y que sigo invicto y tengo todo, sólo que me sueño eso…

Siempre contaba eso, recuerdo. Yo lo escuchaba porque me quedaba siempre fuera, leyendo o escribiendo algo y él se acercaba y me hablaba y hasta a veces me preguntaba cosas, porque pensaba que yo sabía harto y comprendía más que él de algunas cosas.

-Sabe… -le confesé una vez-, en realidad sé muy poco de todo…

-Yo creo que sabe mucho –decía él-, sabe mucho de libros, al menos…

Y claro, quizá era cierto que yo sabía harto, en algún aspecto, pero siempre ha sido más lo que he olvidado… o lo que no he logrado comprender, y se me escapa.

Y es que como les decía antes, sólo peleo a ciegas, sin técnica, y ni siquiera me fijo bien hacia dónde van a parar los golpes.

Hoy, por ejemplo, no dejo de darle vueltas a la idea de dejar la educación, al menos por un tiempo. Espero que sea momentáneo, pero estos últimos días es como si hubiese visto todo de una manera extraña, como decorados quizá, y yo actuando a medias entre todo aquello.

Puede que un día de estos deje a medias una clase y lo decida así, simplemente, y no vuelva más… pues algo había ahí en lo que yo creía y que ahora ya no está… y no está cuando los miro a ellos.

No quiero fabricar decorados, ni seres con roles bien definidos… quería enseñar lenguaje porque sentía que era un medio de contacto, de comprensión… porque era de alguna forma una manera de mirar a los otros, y de acercarnos a ellos. De darnos, incluso.

Hoy, siento que perdí la apuesta, y que hay cosas que ya a nadie le interesan.

Hoy me siento como ese tipo que aparentemente ganó todas sus peleas, pero que algo, sin embargo, falló en todo eso, sin que lo lográramos localizar.

Ahora, debo preparar clases y hacer unas presentaciones en power point para que mañana no se aburran tanto. Además, algunos quieren ser ingenieros y doctores, y necesitan puntaje, y al menos eso les interesa, y se supone que debo aportar con los contenidos.

Y claro, mañana iré por otro round, y volveré a ser preliminar y juntos veremos si se entretienen o si se aburren un rato.

Esa es la vida por la que quieren ir, y yo les allano el camino.

Disculpen el pesimismo, pero éste también soy yo. Y esto, querámoslo o no, es también parte de la vida.

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