.
I.
-Disculpe –le dije al tipo mientras me acercaba al taxi-, yo soy el 10 del equipo de Deportes Andrade, y voy atrasado, ¿podría llevarme a las canchas de Quilín?
-¿Tienes dinero?
-Poco… pero por último allá le pasa el profe… yo soy el 10, sabe…
-No me importa quién eres o qué número, sólo si vas a pagar.
-Pues sí pago, no se preocupe…
-Entonces sube.
-¿Le importa si me cambio acá atrás?
-¿Cómo?
-Que si puedo equiparme acá atrás, ponerme la polera, las canilleras… traigo todo en el bolso…
-¿No puedes esperar a hacerlo allá?
-Es que voy atrasado… me confundí con eso del cambio de hora que al final no fue y…
-Ya, cámbiate, pero hazlo cuando no hayan autos cerca, para que no distraigas…
-Gracias.
-…
-…
-¿Le dije ya que soy el 10?
-¿Qué?
-Que si le dije que yo soy el 10, del Deportes Andrade.
-Sí, me lo dijiste varias veces.
-Es que me emociona… igualito que Maradona, o que Pelé… ¿sabía usted que ellos también jugaban con el 10…?
-Escucha hueón… y disculpa si te ofende que te llame así… pero me distraís cuando me preguntay cosas… si querís cambiarte ropa, o precalentar, o hasta hablar hueás, hazlo, pero no me piday que conteste todo lo que se te ocurra, habla, cuenta, inventa historias sí querís… pero si me hacís hablar me distraigo y me voy a retrasar más… ¿ok?
-Ok profe… ¿pero puedo hablarle igual entonces…? Sin hacerle preguntas, claro…
-Sí po, esa hueá te dije recién. Y no soy profe…
-Ya po… disculpe, pero acuérdese que usted dijo…
II.
-A veces sueño con que me hago famoso y me entrevistan. Ya tengo 31 años y quizá usted piense que es tarde como para triunfar en el fútbol, pero yo creo que no. De todas formas, si soy el primero sería más famoso y el triunfo sería doble. Además empecé justo a los treinta, igualito que Jesús tras bautizarse y comenzar a predicar. Claro que mi bautizo no fue con agua si no con un pelotazo en la cara mientras jugaba un partido intrascendente.
El caso es que después del partido me fijé que los cascos de la pelota se habían quedado marcados en mi rostro. Era chistoso, claro, pero mientras me veía esas marcas en el espejo fue que decidí ponerle ganas a esto y tomarlo como mi oportunidad… como que descubrí mi función, si es que me entiende. Es decir, como que me di cuenta que quizá esa era mi oportunidad de triunfo, o de no fracasar… porque si fracasas bien, si lo intentaste, pero si no, ahí sí que se fracasa en serio.
Fue entonces que hablé con el profe del equipo de la villa y le pedí que me recomendara a un equipo mejor, uno de esos que se inscriben en campeonatos y donde a veces van los clubes importantes a ver jugadores, y quedé en el Deportes Andrade, y hasta me dieron la 10.
Yo no sabía por qué en un principio, porque la 10 es como de ídolo y yo apenas venía llegando, pero luego supe que había como una mala racha con ese número, y que los últimos tres que lo habían usado terminaron con fracturas u operados de los meniscos.
Así que cuando andaba con la 10 todos me miraban raro, como que me iba a pasar algo, pero lo único que me pasó fue que de pronto todo empezó a salir perfecto. En la cancha, me refiero. O sea, pase que daba, le llegaba a un compañero, o me salían goles increíbles… un verdadero 10, como esos que ya no se usan, porque el fútbol cambió a todo esto… Bielsa, por ejemplo, que acá puro lanzaba a los tipos a atacar, como si desbarrancarse fuera un estilo, y claro, todos lo alababan por eso.
Yo en cambio creo que no, que desbarrancarse es una tontera, que esa es cuestión de chanchos, o de endemoniados, pero no de futbolistas… a mí me gusta que haya alguien que dé orden, que organice, que sea capaz de ver al equipo y de ver el arco contrario y saber cuáles son los caminos correctos… y demostrar que funciona, que es lo mejor… por eso llegamos a la final y la vamos a ganar hoy día…
-Espera –me interrumpió entonces el chofer- ¿tú vas a la final contra los Cebras de Loncoche?
-Sí po –le dije-. Yo soy el 10 del equipo del Deportes Andrade, y jugamos la final hoy, para subir a cuarta…
Entonces, segundos después de decir esto, el auto se acercó bruscamente al costado de una calle, y se detuvo por completo.
III.
El primer fierrazo me agarró de improviso y me llegó de lleno en la rodilla derecha. El chofer me había golpeado desde el asiento delantero y yo no atiné sino a abrir una puerta e intentar salir, pero el tipo estaba como loco.
Después, creo que los golpes me llegaron en la espalda y debe haber sido recién el sexto o el séptimo, el que me llegó en la cabeza y terminó de hacerme venir abajo.
Yo sentía la sangre caliente correr por mi cara e intentaba protegerme con mis manos, pero la situación no mejoraba… Y bueno, en eso estaba cuando desperté y decidí anotar rápido algunos detalles de aquel sueño, como aquello del Deportes Andrade, las Cebras de Loncoche, o hasta la patente del taxi, que era TD-23-40.
Y saben… no crean que me gusta andar contando estas historias que al final son sueños, y parecen no decir nada, pero lo cierto es que acabo de inscribirme en un torneo de fútbol con unos amigos, y mi única exigencia ha sido la camiseta número 10.
Por otro lado, hay algo en la casi conversación con el taxista, durante el sueño, que viene y se va y que no logro fijar en palabras, aunque intuyo que eran de importancia.
Por último, otra cosa que no fijo aún es el nombre de nuestro equipo, y eso que jugamos mañana, sin entrenamiento previo… pero bueno… también vivimos sin entrenamiento previo. Y hasta morimos de la misma forma, sin que nadie se escandalice nunca, por aquello.
.-Disculpe –le dije al tipo mientras me acercaba al taxi-, yo soy el 10 del equipo de Deportes Andrade, y voy atrasado, ¿podría llevarme a las canchas de Quilín?
-¿Tienes dinero?
-Poco… pero por último allá le pasa el profe… yo soy el 10, sabe…
-No me importa quién eres o qué número, sólo si vas a pagar.
-Pues sí pago, no se preocupe…
-Entonces sube.
-¿Le importa si me cambio acá atrás?
-¿Cómo?
-Que si puedo equiparme acá atrás, ponerme la polera, las canilleras… traigo todo en el bolso…
-¿No puedes esperar a hacerlo allá?
-Es que voy atrasado… me confundí con eso del cambio de hora que al final no fue y…
-Ya, cámbiate, pero hazlo cuando no hayan autos cerca, para que no distraigas…
-Gracias.
-…
-…
-¿Le dije ya que soy el 10?
-¿Qué?
-Que si le dije que yo soy el 10, del Deportes Andrade.
-Sí, me lo dijiste varias veces.
-Es que me emociona… igualito que Maradona, o que Pelé… ¿sabía usted que ellos también jugaban con el 10…?
-Escucha hueón… y disculpa si te ofende que te llame así… pero me distraís cuando me preguntay cosas… si querís cambiarte ropa, o precalentar, o hasta hablar hueás, hazlo, pero no me piday que conteste todo lo que se te ocurra, habla, cuenta, inventa historias sí querís… pero si me hacís hablar me distraigo y me voy a retrasar más… ¿ok?
-Ok profe… ¿pero puedo hablarle igual entonces…? Sin hacerle preguntas, claro…
-Sí po, esa hueá te dije recién. Y no soy profe…
-Ya po… disculpe, pero acuérdese que usted dijo…
II.
-A veces sueño con que me hago famoso y me entrevistan. Ya tengo 31 años y quizá usted piense que es tarde como para triunfar en el fútbol, pero yo creo que no. De todas formas, si soy el primero sería más famoso y el triunfo sería doble. Además empecé justo a los treinta, igualito que Jesús tras bautizarse y comenzar a predicar. Claro que mi bautizo no fue con agua si no con un pelotazo en la cara mientras jugaba un partido intrascendente.
El caso es que después del partido me fijé que los cascos de la pelota se habían quedado marcados en mi rostro. Era chistoso, claro, pero mientras me veía esas marcas en el espejo fue que decidí ponerle ganas a esto y tomarlo como mi oportunidad… como que descubrí mi función, si es que me entiende. Es decir, como que me di cuenta que quizá esa era mi oportunidad de triunfo, o de no fracasar… porque si fracasas bien, si lo intentaste, pero si no, ahí sí que se fracasa en serio.
Fue entonces que hablé con el profe del equipo de la villa y le pedí que me recomendara a un equipo mejor, uno de esos que se inscriben en campeonatos y donde a veces van los clubes importantes a ver jugadores, y quedé en el Deportes Andrade, y hasta me dieron la 10.
Yo no sabía por qué en un principio, porque la 10 es como de ídolo y yo apenas venía llegando, pero luego supe que había como una mala racha con ese número, y que los últimos tres que lo habían usado terminaron con fracturas u operados de los meniscos.
Así que cuando andaba con la 10 todos me miraban raro, como que me iba a pasar algo, pero lo único que me pasó fue que de pronto todo empezó a salir perfecto. En la cancha, me refiero. O sea, pase que daba, le llegaba a un compañero, o me salían goles increíbles… un verdadero 10, como esos que ya no se usan, porque el fútbol cambió a todo esto… Bielsa, por ejemplo, que acá puro lanzaba a los tipos a atacar, como si desbarrancarse fuera un estilo, y claro, todos lo alababan por eso.
Yo en cambio creo que no, que desbarrancarse es una tontera, que esa es cuestión de chanchos, o de endemoniados, pero no de futbolistas… a mí me gusta que haya alguien que dé orden, que organice, que sea capaz de ver al equipo y de ver el arco contrario y saber cuáles son los caminos correctos… y demostrar que funciona, que es lo mejor… por eso llegamos a la final y la vamos a ganar hoy día…
-Espera –me interrumpió entonces el chofer- ¿tú vas a la final contra los Cebras de Loncoche?
-Sí po –le dije-. Yo soy el 10 del equipo del Deportes Andrade, y jugamos la final hoy, para subir a cuarta…
Entonces, segundos después de decir esto, el auto se acercó bruscamente al costado de una calle, y se detuvo por completo.
III.
El primer fierrazo me agarró de improviso y me llegó de lleno en la rodilla derecha. El chofer me había golpeado desde el asiento delantero y yo no atiné sino a abrir una puerta e intentar salir, pero el tipo estaba como loco.
Después, creo que los golpes me llegaron en la espalda y debe haber sido recién el sexto o el séptimo, el que me llegó en la cabeza y terminó de hacerme venir abajo.
Yo sentía la sangre caliente correr por mi cara e intentaba protegerme con mis manos, pero la situación no mejoraba… Y bueno, en eso estaba cuando desperté y decidí anotar rápido algunos detalles de aquel sueño, como aquello del Deportes Andrade, las Cebras de Loncoche, o hasta la patente del taxi, que era TD-23-40.
Y saben… no crean que me gusta andar contando estas historias que al final son sueños, y parecen no decir nada, pero lo cierto es que acabo de inscribirme en un torneo de fútbol con unos amigos, y mi única exigencia ha sido la camiseta número 10.
Por otro lado, hay algo en la casi conversación con el taxista, durante el sueño, que viene y se va y que no logro fijar en palabras, aunque intuyo que eran de importancia.
Por último, otra cosa que no fijo aún es el nombre de nuestro equipo, y eso que jugamos mañana, sin entrenamiento previo… pero bueno… también vivimos sin entrenamiento previo. Y hasta morimos de la misma forma, sin que nadie se escandalice nunca, por aquello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario