martes, 1 de febrero de 2011

El mejor Eclipse de todos.

.
I.

Mi perro está viejo.

Apenas oye,
apenas ve
y hasta ladra como abuelito,
ahogándose cada dos “guaus”.

Vive con mis padres
y se parece a mí,
dicen todos,
aunque él parece que se ofende
ante esas comparaciones.

La cabeza se le ladeó hace unos años
en una más de esas veces
en que se pensó sacrificarlo,
y hasta camina un poco con efecto,
y siempre en diagonales,
como esa pelota moderna
que hicieron para el mundial de fútbol.

Por si fuera poco,
resulta que ahora tiene un tumor re feo
que le sale del hocico,
y claro…
debe estar por morir,
dicen todos,
así que lo llevamos al veterinario.


II.

Desvista al perro
le dice entonces el doctor
al Eclipse,
que es el nombre de mi perro a todo esto.

Pero el Eclipse ni se ríe
ni ladra,
ni se mueve casi,
porque se está muriendo.


III.

El doctor lo revisa,
le inventa una raza,
y hace gestos negativos con la cabeza
a cada rato,
como si yo le estuviera
vendiendo un seguro,
o lo estuviese interrogando
por su participación en algún crimen.

Lo que pasa es que su perro
se está muriendo,
señor Vian,

me dice el doctor,
con un tono tan falso
que parece que le hubiese puesto
guantes de goma
a sus palabras.

Usted también se está muriendo,
querido doctor,
le digo por huevearlo,
y con su mismo tono,
y entonces el Eclipse le saca la lengua
y hasta el tumor,
como para hacerle una doble burla.


IV.

Y lo que pasa es que ya le había preguntado
al Eclipse,
si prefería morir,
y él me dijo clarito que no quería.

Me pone ojos de niño chico
y hasta se muestra más jovial,
como los guatones que disimulan
hundiendo la guata,
hasta que se ponen rojos.

Da vueltas por el patio
y se alegra cada vez que lo visito,
y claro…
está hediondo
y le falta un pedazo de una oreja,
pero él pone poses de galán
y no le importa.

Además no tiene dolores,
salvo cansancio,
y siempre tiene algo nuevo
para decirme,
y enseñarme.

Y es que me tiene buena
el Eclipse,
y no es rencoroso,
y me mira como dejando
mis defectos en portería,
o en custodia,
igualito como yo era
hace 16 años.


V.

Lo otro es operarlo,
dice el doctor,
no lo siento tan riesgoso.

Lo malo es que es botar la plata,
continúa,
porque igual Equinoccio…

Eclipse, doctor,
lo corrijo.

Eso… igual Eclipse se va a morir
en uno o dos años,

concluye.

VI.

Uno o dos años es más tiempo que la cresta,
Eclipse,
le dije.

Y él se alegró tanto que hasta corrió por el patio
apenas volvimos.

Es cierto, va un poco chueco
y las patas se le doblan,
como a Forrest Gump,
pero aún no decide parar.

Así que para festejarlo,
decidí esta noche hacer un asado,
el Eclipse y yo,
y nadie más.

Yo preparo el carbón y la carne
y él me ayuda a avivar el fuego,
moviendo su cola.

Después averiguaré si le hace mal la cerveza
y si le hace bien nos vamos a tomar unas artesanales
que tenía guardadas
para una ocasión especial.

Y vamos a contar chistes sobre gatos
y sobre perros cuicos afeminados
y vamos a celebrar.

Porque dos años,
o un año…
o hasta un minuto pequeñito
cuando se quiere vivir,
es algo que sin duda
debe ser celebrado.
.

.

4 comentarios:

  1. me dieron ganas de dibujar al eclipse

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  2. ?? habrá que negociarla como una nueva ilustración. Ahora sí que se va a creer galán.

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  3. m... no sé
    de un juego con colores el eclipse fue el unico que salió con forma, y monocromático; cafecito.
    no sé si se parece, no creo, pero me habían dado ganas de imaginarlo, era linda la historia.
    porque uno o dos años, un día o un rato, sí es más tiempo que la chucha.

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