jueves, 3 de febrero de 2011

La cámara viajera: cine francés (x7)

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Por más que uno insista y sobreexplote nunca se acaban las buenas películas del cine francés. Y es que la relación es fácil: a excelentes directores, excelentes películas.

Así, no parece justo que en un mismo país encontremos a Truffaut, Godard, Demy, Bresson, Ozon, Rohmer, Méliès, Renoir, Carné, Chabrol, Camus, Malle, Melville, Resnais, Tati, Travernier… y cuántos otros que quizá me salto injustamente, pero que en este momento puntual no recuerdo.

Y como estos últimos días he tenido hambre de este cine, y no logro dormir mucho a causa del calor, lo cierto es que se han acumulado varias de estas películas sin que haya habido mucho cuidado en la digestión…

Por eso, a modo de digestión, o para contar un poco del sabor de algunas de ellas, van acá unas palabras...


La posibilidad de una isla, de Michael Houellebecq (2008)

Una mierda.

Y para peor una mierda que pretende ser intelectual. Lo que me faltaba para comprobar mi tesis de que Houellebecq no tiene ya nada que decir, y que es sólo postura, actitud, y una serie de discursos fragmentarios que no desembocan en ningún lado, porque ni siquiera fluyen, ni están vivos, así de simple.

Y no se trata sólo de la película como pueden comentar algunos, que se niegan a decir que sus últimos libros son similares porque llevan años analizándolo y diciendo que sus novelas o ensayos son impresionantes, y además han recibido todos los premios de la crítica y entonces puede parecer que uno no haya comprendido, o que no haya sido lo suficientemente profundo… pero nada… una mierda. Y una mierda pretenciosa.

De sus novelas rescato Ampliación del campo de batalla, -aunque le debe mucho a El extranjero, de Camus, en esta obra-, y partes de Las partículas elementales. Lo demás son fuegos artificiales, escenas que buscan llamar la atención… hablar de un abismo sin sumergirse nunca en él, sino lanzar ideas sueltas abajo, como en un despeñadero.

Y es que Houellebecq es tibio y falso y no tiene nada que proponer… pero como casi nada tiene algo y él parece intelectual, y todos quieren parecer a su altura, entonces se le alaba, y se le aplaude como al rey ese que iba en pelota mostrando un supuesto vestido.

Denme un mes y apuéstenme algo que valga la pena y les escribo Plataforma en un mes, o sus libros de poesía en un fin de semana. Lo único que hay que hacer es aguantar la náusea de ser falso con los otros y girar en torno a un vacío existencial que nadie discute que existe y utilizar algunas referencias a libros, pensadores, y cosas así de básicas.

Ojalá entiendan los que supuestamente creen en Houellebecq: sus pilares son falsos… de hecho, no son pilares porque no sostienen nada, sirven únicamente como símbolos de algo inútil y vacío, hasta que se derrumban luego, sobre sí mismos.

La obra de Houellebecq es ruinosa y no edifica. Y sus ruinas son obvias, ni siquiera hay un trabajo de arqueólogo en todo eso. Sólo ruinas obvias, porque hasta su espíritu es obvio y falso y está también en ruinas.

Y disculpen la extensión, pero me dan rabia estas cosas, y escribo sólo por sacar el mal sabor que me deja este intelectual de mierda… y sus fuegos de artificio, y sus manos limpias y sin uso…


Mouchette, de Robert Bresson (1967)

Ufff… Mouchette. Notable y terrible película de Bresson. Amarga y sucia y honesta y esencial, como sólo el cine de Bresson ha logrado conseguir a pesar de tantos que han intentado imitarlo.

Y es que Mouchette es una película áspera, difícil de tragar porque quema la garganta y sabe a mascar barro.

Y claro, quizá el que no conozca a Bresson la encontrará extraña, y lenta, pero no podrá desconocer que se construye como algo sólido y que logra retratar de manera perturbadora la vida de sus protagonista. Una vida que es rabia y soledad y que es cruda como las actuaciones toscas de este film, o como sus ruidos secos y cortantes, que constituyen además su única banda sonora.

Ya en la historia, Mouchette es una niña marginal, silenciosa, llena de rabias, de deseos… una niña que no logra tener acceso a ese elemento humano que supuestamente debiese estar presente en la vida de las personas… pero la verdad es que la historia no es la clave en esta película, y además es tan mínima que uno terminaría revelando todo si se pone a hablar de aquello.

Y sí… me sorprendió nuevamente Bresson con una película más amarga que cualquier otra que le haya visto… con un final impresionante y con algunas escenas que difícilmente se me olvidarán a corto plazo.

Una gran película.


Lee mis labios, de Jacques Audiard (2001)

Buena película de un director que ha ido de menos a más en el nuevo cine francés.

En ésta, su tercera película, se nota un buen manejo de dirección. Buenos protagonistas, correcta fotografía y construcción de personajes bastante interesantes, sobre todo el de la muchacha que puede justamente leer los labios, aunque no parece tener mucha gracia, ni vida propia más allá de esto.

Sin embargo, creo que la película daba para más, y el guión no me termina de convencer, aunque ciertos diálogos puntuales, algo más íntimos y fuera de la historia, me gustan bastante.

La historia en sí nos muestra como se forma un vínculo entre una trabajadora de una empresa constructora, con problemas de audición –“antes era sorda, pero ahora soy sólo sordita” dice en un momento ella misma con un tono indescifrable-, y un ayudante y ex presidiario interpretado correctamente por Vincent Cassel, que busca reinsertarse laboralmente.

La necesidad que tienen ambos por complementarse, y por extraer elementos de la vida del otro termina por convertir esa relación en lo más destacable del film, sobre lo que se desarrolla un guión que contiene algunos “planes sucios” que dan sustancia a la trama, aunque nos desvían en parte del desarrollo de la misma relación, que podría haber llegado a hacer subir otro par de peldaños a esta película.

En resumen, una buena película, de un director interesante que ya confirmó su potencial sobre todo en su última película, El profeta, de la que se dice algo a continuación.


El profeta, de Jacques Audiard (2009).

Mucha agua bajo el puente parece pasar entre Lee mis labios y esta película que llevó a Audiard a obtener el gran premio del jurado en Cannes y ser nominado para los Globos de oro, los Óscar, y cuanto premio se pusiera por delante, por su excelente realización.

De hecho, creo que es una de las mejores películas que muestran el mundo el carcelario y la formación de un hombre que busca sobrevivir al interior de dicho mundo.

En este último sentido, es notable la transformación que sufre el protagonista de la película, desde ingresar a la cárcel hasta ir poco a poco adquiriendo poder y solidificando su forma de actuar en el mundo.

Así, basada principalmente en buenas actuaciones y en un guión simple, pero efectivo, la película va directamente en una dirección propuesta, mostrando claramente que Audiard tenía las cosas claras desde un inicio y no hace desvíos innecesarios.

Por esto mismo, la película ha sido incluso comparada a El padrino, aunque personalmente creo que su monumentalidad no es comparable, sobre todo porque no van ambas en una misma dirección, y porque sus intenciones fueron, desde un inicio, diferentes.

Me gustaría, sin embargo, esperar a ver que hace ahora Audiard, para ver si realmente su consolidación como cineasta lo lleva también a hacer la película que lo consagre también en la línea un tanto más íntima, cuyos elementos han estado también presentes en sus obras anteriores, y que alcanzaron una altura interesante en otra de sus películas interesantes que también vi por estos días -De latir mi corazón se ha parado, 2005), de la que no diré nada para no aburrir ni abusar con películas de un mismo director.

**Si a alguien le interesa alguna de estas películas están todas para descargar en un solo link y en excelente calidad en la página http://sexandthebici.blogspot.com/, que tiene por lo demás, excelente material.


El árbol, el alcalde y la mediateca, de Eric Rohmer (1993).

Muy buena película de Eric Rohmer. Película relajada, sencilla y que sabe tomarse su tiempo entre un avance y otro.

En ella, Rohmer presenta nuevamente este ambiente semi rural francés, de una manera tan sencilla que al igual que en sus otras películas logra transmitir una imagen de la naturaleza que da una sed sincera y simpática que llevaría fácilmente a cualquiera a abrazarse a un árbol o a rodar por el pasto hasta caer a un riachuelo.

En dicho ambiente, Rohmer sitúa al alcalde y su mujer, una pareja agradable que quiere llevar adelante este proyecto de instalar una mediateca en dicho lugar, llenos de buenos propósitos claro, aunque sin entender mucho de aquello que los rodea.

Así, desde esta sencilla situación, Rohmer profundiza sobre la política, el progreso, la oposición campo-ciudad y hasta de las relaciones humanas, con una mirada transparente, pero que sin embargo no deja ver claramente, el verdadero sentido e intenciones del autor.

Y es que se confunden un poco las visiones de derecha e izquierda y de los ecologistas… y claro… Rohmer, que en la vida real era un tanto facho, hay que decirlo, termina por revelar deseos humanos tras la política que sin embargo, debe fluir por engranajes que difieren totalmente de esta postura.

Una película que me gustó, tanto por su ritmo tranquilo, como por su música… o por su final… y también porque está filmada casi por azar… tomando lo que las situaciones y los personajes le entregaban y sin forzar dichas situaciones.

Una película, en definitiva, donde fluye además la inteligencia natural de Rohmer, haciendo que cada uno de los elementos y personajes que en ella aparecen, vayan formando un paisaje con plena libertad… de la misma forma como la naturaleza forma sus propios paisajes.

Una simpática e inteligente obra de arte.


La piel suave, de François Truffaut (1964).

Truffaut es un maestro. Y eso se nota, aunque de una forma distinta, en cada una de sus películas.

Desde esa premisa, La piel suave, si bien no sobresale del resto, sabe sostenerse a sí misma de una forma nítida, sin artificios, aunque con pequeños detalles desperdigados por el film que demuestran que por más que sus películas parezcan fluir de forma natural, han sido elaboradas en un inicio por un maestro artesano.

En esta oportunidad, la historia podría calificarse como romántica –aunque hay elementos en el montaje de algunas escenas que por momentos me recuerdan a Hitchcock-, con una pareja, una hija y una infidelidad como ingredientes principales…

Sin embargo, sobre esto, Truffaut deja su firma estampada en cada una de las acciones… y sobre todo, en esa falta de moraleja o posición moral, que termina por enriquecer sus films y sus personajes, otorgando al mismo tiempo –y a partir de esto mismo-, una honestidad única a las relaciones afectivas que se observan en sus obras.

Bellos lugares, buenas actuaciones, ausencia de argumentos racionales para explicar las relaciones afectivas... es decir… un auténtico Truffaut por donde se mire. Una película hermosa y sencilla y a la vez con ese germen trágico y doloroso que se presenta en las películas de Truffaut y que hacen de cada una de sus películas algo bello y único, a partir de un engranaje secreto y honesto que sólo este director francés sabe esconder, hasta en la más iluminada de las superficies.


El desprecio, de Jean-Luc Godard (1963)

Impresionante. Inteligente. Verdadera. Una obra perfecta, de un genio.

La mejor de las películas de Godard que he visto hasta el momento aunque al mismo tiempo una de las más alejadas de lo que podríamos llamar “su estilo”.

Y claro, puede que no haya un estilo Godard, puesto que ha explorado absolutamente todo en lo que a arte cinematográfico se refiere… pero es que esta película, se sale de los márgenes establecidos.

Cercana un poco a las mejores obras de Luis Malle, El desprecio vuelca miradas en todas direcciones: hacia el interior de los personajes, hacia el cine como industria, hacia las relaciones afectivas o hacia el (sin) sentido de la vida moderna.

Así, tras la excusa de filmar una versión de La Odisea, de Homero, la pareja protagonista de Godard pasará de una idílica relación a un distanciamiento producido a partir de una extraña situación que transforma el amor por parte de uno de los miembros de la pareja, en el más profundo desprecio.

Actuaciones sobresalientes, descomunal inteligencia –de esa que existe “en función de” y no se enriquece sólo por sí misma-, y una forma extraña de entrar en la profundidad de lo que pueden ser las necesidades afectivas humanas, la película me sorprendió de principio a fin con una sensación de incomodidad y de desequilibrio que no sentía hace mucho a partir de una película…

Y claro… alguien podría decir que hay mucha elaboración, que hay muchos intertextos… o que el “público general” podría sentirse descolocado… pero lo cierto es que más allá de estos elementos, lo que realmente descoloca en el film es algo simple y concreto y que está al interior de cada uno de nosotros, sin importar CI o formación académica.

Una obra tremenda, erigida sobre un elemento frágil y única con tanto cuidado como si se construyera un castillo de naipes o de copas de cristal… y, al mismo tiempo, una obra sólida y contundente como si encontrásemos un trozo de concreto al interior del corazón de cada uno de nosotros.

Por último, un casi final impresionante, sólo superado en el mismo director por el final de Sin aliento, -que a mí al menos, con aquella última frase, me parece insuperable-.

En resumen, una obra impresionante… -y eso que me salté música, y la estructuración de sus distintas líneas narrativas… y la belleza y calidad de la Bardot-, magistral e inmensa.

Como decía en inicio: la obra de un genio.

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*** Esta última película está para descargar siguiendo el siguiente link: http://filmoteca-canal7.blogspot.com/2010/12/el-desprecio-1963-de-jean-luc-godard.html

2 comentarios:

  1. Totalmente siempre hay algun film frances bueno por ver!

    NO vi la piel suave tengo que hacerlo despues de todo Françoise dorleac debo admitir me caia mejor y mas honesta que su hermana Catherine: era una pelirroja bomba ni mas ni menos. UNa pena que terminara tan mal como lo hizo. Nadie hubiera podido detener a las hermanitas, entre la rubia y la pelirroja hubieran sido imparables.

    Y sobre el desprecio: COMO LA BARDOT AL FINAL!!! jaja la BARDOT al principio, que hubiera sido de ese film sin el travelling por ese cuerpazo desnudo interminable y la frase: vos me amas y la respuesta: totalmente, tiernamente y tragicamente!!!! y pensar que despues le recriminaban a Truffaut todo el sentimentalismo de sus films...

    saludos!!!

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