domingo, 27 de febrero de 2011

Peliculosis (I).

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Me da por temporadas esto de la peliculosis. Es menos grave que la adicción a los libros y me parece que es muy difícil que resulte contagioso.

Por lo general la picazón comienza en las noches y uno sólo puede quitársela quedándose hasta la madrugada viendo una o dos películas, por lo que suelo tener unos cuantos discos a mano para seguir la misma estrategia de los que inventaron el arroz pregraneado, o el papel prepicado.

Lo malo es que llega el otro día y a veces se te olvidó que debías dormir, o cumplir con otras obligaciones… o peor aún, elegiste ver de esas películas que cambian a la gente y uno cae en esa vorágine de cambios que terminan a uno por borrarle la cara y dejarnos poco nítidos.

Así, al igual que con los libros, siento a veces que aquello es similar a conocer una serie de lugares y personas que, lamentablemente, los demás conocen sólo en parte, por lo que eso, claro está, termina por dejarlo a uno un poco más solo, en ese aspecto.

Además, por si lo anterior fuera poco, ocurre que la picazón producida por la peliculosis se sitúa a veces en esos sectores de difícil acceso –no piensen mal, por favor-, y no se cura con películas que buscan sólo entretener ni mucho menos, pues sería como intentar quitar la sed con un sobre de agua en polvo.

Dicho lo anterior, me referiré ahora brevemente a algunas de las películas que han conseguido dominar la picazón en estos últimos días. Aquí les van:
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I. Los límites del control, de Jim Jarmusch (2009)

Una película deliberadamente desagradable, al menos por momentos. Lenta, silenciosa, con avances que parecen escasos o nulos, en su mayor parte.

Como si verla produjese –o aumentara en mi caso-, una sensación de picazón que no deja ver bien qué tipo de película estamos viendo.

Supongo que para los (pseudo)intelectuales que gustan de Jarmusch porque reconocen algunos intertextos o citas, la obra les será digerible y les permitirá distanciarse de la masa que, supongo, abandonaría esta película prontamente.

Más allá de esto, sin embargo, creo que hacia el final, la película revela que se está burlando de esos mismos intelectuales o artistas que, -nuevamente supongo-, pensarán que triunfaron sobre el mundo del capital y los negocios y todo aquel mundo que sienten frío los que son tibios.

La historia desarrollada se centra principalmente en un hombre en extremo silencioso que a través de numerosos y breves encuentros es dirigido hacia su misión final: el asesinato de un gran personaje que refleja aquellos núcleos de poder opuestos al de las personas con quienes se encuentra, y que parecen reflejar la existencia de distintos mundos alternativos, aparentemente más válidos que el que refleja el “hombre poderoso” a quien se quiere eliminar.

Con todo, la película no deja de ser interesante y al menos, desde su final, permite encontrarle sentido a una serie de elementos y situaciones que en sí mismas me parecieron falsas y artificiales, pero que, desde la totalidad de la obra, -si bien siguen siendo lo que eran en un inicio-, muestran que su forma de ser fue realizada deliberadamente y en función de algo que quizá sí valga la pena ser dicho, después de todo.

Por último, le agradezco a la película el haberse burlado silenciosamente de cierto mundo, que se siente ridículamente ganador, tras el término de la obra.


II. El tiempo del lobo, de Michael Haneke (2003)

Puede que, hoy en día, Haneke sea el director que mejor domina sus películas en el sentido que las hace funcionar exactamente como él quiere.

Por lo mismo el mundo que habitualmente nos muestra, aunque no lo admitamos en un momento, termina por imponerse sobre el nuestro, y revelándonos al mismo tiempo un aspecto desagradable que se prefiere casi siempre pasar por alto, en la vida diaria.

Ahora bien, en El tiempo del lobo, si bien este revelar está también presente, no se alcanza a plasmar la real magnitud de las obras de Haneke. Así, si bien no deja de ser una interesante película, me parece la más débil y menos consistente que he visto de Haneke, al menos hasta este momento.

La historia, desarrollada en un mundo en colapso, y que podríamos catalogar como postapocalíptico –aunque siendo rigurosos la totalidad de las películas de Haneke parecen desarrollarse, interiormente al menos, bajo esta condición-, la historia, decía, nos muestra a unos personajes que deben sobrevivir en un mundo donde todo parece haber fallado, así, en busca de agua, alimentos y tratando de llegar a algún lugar donde supuestamente las cosas todavía funcionan, ellos atraviesan por la película sin desligarse del todo del mundo del que provienen y al que buscan, de alguna forma, regresar.

Se genera así, en la película, una extraña mezcla entre personajes que podríamos catalogar como realistas, y un contexto que, a pesar de su proximidad, se encuentra aún en el campo de la ciencia ficción.

Lamentablemente, creo que la película no logra mantener el buen ritmo del inicio y se diluye de a poco en algunos momentos, a pesar de que el guión tiene elementos interesantes que siguen desarrollándose, pero ya sin la fuerza inicial.

En resumen, una interesante película que no alcanza la calidad de otras obras de Haneke y que desaprovecha, hasta cierto punto, un guión que contenía, en potencia al menos, una mayor fuerza de la que termina desarrollándose en el film.


III. Noche de circo, de Ingmar Bergman (1953)

Tremenda película de Bergman, con una excelente fotografía en blanco y negro y notables actuaciones.

Con aires que nos recuerdan al expresionismo alemán, principalmente a partir de las caracterizaciones de algunos personajes y algunos decorados, la obra no deja de sorprender sobre todo porque no se encuentra entre las más reconocidas de Bergman a pesar de su tremenda calidad.

En la historia, podemos apreciar el mundo de un circo venido a menos, con personajes desgastados y que parecen de cierta forma condenados a vivir sus propias vidas.

De entre ellos, toman protagonismo los personajes del dueño del circo y su pareja, quienes personificarán en definitiva, el derrumbe que ha de sufrir cada uno a lo largo de la historia, principalmente enfocado a partir de la relación amorosa que existe entre ambos, pero también por el tipo de vida a la que cada uno aspira, secretamente.

Otros puntos notables de la película es la música y la forma en que se incorporan otros personajes que resultan, a la larga, siempre bien construidos, y que forman parte necesaria del mundo que se despliega en el film.

Así, siempre bien llevada, la película termina por construir una atmósfera agobiante, tremenda tanto emotiva como visualmente, y que ayuda a colocar a esta película entre las más altas de este director, desarrollando una historia más simple, pero igual de profunda y “pesada” que la que deslumbra en lo alto de la filmografía de este director.


IV. Strings, de Anders Ronnow Klarlund (2004)

Película de animación cuya fuerza no está dada en el argumento sino en la hermosa puesta en escena realizada a partir de marionetas y la utilización de decorados naturales que demuestran nuevamente que la moda del 3d carece del afecto y la delicadeza que es trabajar mano a mano con aquello que se está creando.

Ya en el argumento, nos encontramos con una historia algo típica de dos pueblos enemistados, traiciones, héroes y un romance capaz de reunir a esos mismos pueblos. Sin embargo, más allá de esto, resulta interesante que los seres de aquellos pueblos se sepan marionetas, es decir, estén conscientes de esas cuerdas que dan título a la película y que puedan plantearse ciertas reflexiones respecto a dicha situación, que enriquecen el film, más allá de lo que visualmente ya está enriquecido, desde un inicio.

Por último, y para despedirme pues la peliculosis ataca de nuevo y me llama a ver algo más esta noche, les dejo el link de un sitio donde pueden descargar esta última película.

Mañana les cuento de otras.

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