sábado, 27 de noviembre de 2010

Vian y su particular forma de entender el principio de no contradicción, o sobre aquello que digo cuando quiero decir, ciertamente, otra cosa.

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"-Tal vez no me esté explicando bien.
-Tal vez. No tengo como saberlo."
O.W.T.

I.
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De vez en cuando
-aunque no hay una medida establecida en esto-
sucede que las palabras se me enredan
como los tallarines cuando los dejas
sin aceite en una olla.
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Hoy es uno de esos días.
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Lo malo es que quizá no se nota
-desde fuera-
pero la verdad es que nada de lo que quiero decir
resulta ser, a fin de cuentas,
aquello que digo.
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Este texto es un ejemplo.
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II.
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Otro ejemplo es el de un chiste fome
-tan fome que ahora dudo si era chiste-
donde un tipo iba al doctor y le decía
que no podía decir zapato.
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-Pero si lo está diciendo -decía el doctor.
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-No -insistía el enfermo- escuche:
lunes, martes, miércoles, jueves,
viernes, zapato, domingo.
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III.
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Entre las hipótesis que propongo
para explicar lo sucedido,
algunas parecen tan absurdas
que cualquier sensato se reiría en mi cara.
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-¿Cómo es eso de que no querís decir
lo que querís decir? -me preguntan.
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Y yo hablo del principio de no contradicción,
y cito a Leibniz, a Audi y a cualquier otro,
cuyo nombre ayude a que me tomen en serio.
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-Es que no sé que decirte, -me dicen-
yo te entiendo clarito lo que me estay diciendo.
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Y entonces yo les pido que repitan
aquello que dije,
y me doy cuenta que en verdad el problema
es más serio
de lo que parece.
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IV.
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Recuerdo que una vez,
una chica me entregó un papel que decía:
"Ven a mi casa, que no hay nadie".
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Yo fui y descubrí que era cierto.
.
No había absolutamente nadie.
.
V.
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Cosas así
como aquella nota,
o aquel chiste pésimo,
entre los pésimos,
son sin embargo sólo la forma sutil de presentar
algo que puede estar incluso en la Biblia
o hasta en el código genético.
.
Y es que la comprensión,
-que debiese ser la consecuencia final
en que desembocan mis palabras-
parece estar de pronto incluida en un mapa
donde aparecen exclusivamente
los lugares en que ya no estoy
y hasta aquellos en que quizá
nunca recuerde ciertamente si estuve.
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VI.
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Quizá si usted lector, pudiese,
poner la mano en el corazón correcto,
mientras le hablo...
.
Quizá...
.
Pero dudo que alguien pueda entender
qué es aquello a lo que me refiero
cuando les hablo del corazón correcto.
.
¡Qué torpeza!
.

2 comentarios:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=jf6aEnZAxVE&feature=related
    "While My Guitar Gently Weeps"...

    ResponderEliminar
  2. ¿En su corazón derecho?. El corazón de un otro dentro de su mismo pecho, junto su corazón, quiero decir. Si le sirve de consuelo, también dudo que alguien entienda a lo que me refiero cuando hablo de un corazón derecho.

    ResponderEliminar

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