lunes, 15 de noviembre de 2010

La historia de Jeff, o la felicidad indecente.


Recibo un mail de un ex-colega que me dice que está mal, que su esposa lo va a dejar, y que quiere verme.

No hablo con el tipo hace varios años y la verdad es que nunca hablamos demasiado. De hecho, ni sabía que estuviera casado, o que tenía una hija, como me contaba en el mail.

Así que no me animo y dejo pasar unos días.

Luego llega el segundo mail. Y el tercero.

Ante la insistencia le digo que nos juntemos en un bar que estaba cerca del colegio donde trabajábamos.

Llego una hora antes y tras sentarme, me reconocen en el local. Me saludan como al hijo pródigo y hasta me dan una cerveza gratis. Luego de hablar algunas cosas me pongo a leer mientras espero. Del supremo bien, y del supremo mal, de Cicerón. Entonces llega mi ex colega, a quien, para evitar posibles conflictos, llamaré Jeff.

Lo extraño era que Jeff venía riendo, alegre y saludando a todos. Se veía más alegre que nunca y hasta vestía con colores brillantes y tenía unos lentes oscuros quinceañeros sujetándose el pelo.

Tras saludarme y contarme un montón de cosas intrascendentes me veo en la obligación de interrumpirlo.

-¿Y lo de tu esposa, hueón?

-Ah… si po, está mal la cosa, ya guardó sus cosas y creo que se va mañana… -me dice, mientras se ríe.

-¿Y entonces ya se te pasó lo mal que estabai?

-No, si estoy re mal -dice mientras sigue riendo- no sé que voy a hacer sin la Negra… ja, ja…

-¿Me estay agarrando pal hueveo…?

-No po… ja, ja… si de verdad estoy pa la cagá, si hasta se va a llevar la cabra chica… ja, ja…

-Pero te estai riendo po, hueón ¿qué onda?

-Es que eso pasa po hueón, la Negra me quiere dejar por alegre.

-¿Cómo?

-Por alegre po hueón, por reírme, por encontrar bonita la vida, no sé cómo decirlo, ja, ja…

-¿Por carretero? ¿Estai saliendo mucho?

-No, si ni salgo, ja, ja… sólo que me río po hueón… y ella se molesta porque me río hasta de las cosas terribles… sale un tipo sin brazos en la tele, y me río… o durante la operación de mi cabra chica…

-¿Operaron a tu hija?

-Sí, ja, ja… del corazón… y hay que volver a operarla porque quedó mal parece, ja, ja…

-Oye hueón, ¿pero te escuchai? A lo mejor es de nervios, ¿has ido al médico?

-Si po, varias veces, y es como si me atendiera Patch Adams, me cago de la risa ahí mismo… y como la Negra me acompaña se enoja más…

-¿Y qué te dicen los médicos?

-Que no es de nervios, que todo sale bien…

-¿Y tú te sentís bien?

-Si po hueón, si ese es el problema, me siento bien, como que no puedo evitarlo, o sea, sé que cuando me deje voy a llorar, pero hasta que eso pase no hago más que reírme. Y no es de nervios, de verdad me siento alegre, ando viendo las hueás como en colores, los pájaros, los cabros chicos… ¿te hay dado cuenta que hasta los dibujos que se prenden en los semáforos son chistosos?

-Mmm… No. La verdad es que no –contesto.

-O los igualitos hueón… si el doctor que operó a mi hija, por ejemplo, era igualito a Don Francisco… ja, ja…

Entonces llega la garzona. La conocemos de antes y nos saluda con un abrazo. Es una Colombiana que se llama Kiara, o algo así, y sigue usando la ropa tan apretada que hasta parece pintada.

Tras un resumen sobre lo que le pasa a Jeff, ella parece tomarse el asunto en serio y hasta pide permiso para sentarse un rato con nosotros.

-¿Ha intentado pensar en cosas tristes? –le dice a Jeff- En la muerte de un pariente o algo…

-Sí, pero no me resulta… varios amigos me han dicho eso, pero hasta me río de las caras de los muertos… hubieran visto la cara de mi abuela… ja,ja

-¿Y pensando en lo que va a pasar? ¿En que lo van a dejar, por ejemplo? –insiste Kiara.

-Eso me dice la Negra, pero tampoco resulta… y se pone a llorar y patalea y hasta se cae al suelo… ja,ja…

-¿Y?

-Y yo la encuentra chistosa… como que estuviera actuando… Entonces ella me dice que soy un insensible y todo eso… Pero nada resulta. Me muerdo las paredes de las mejillas, apretó las mandíbulas, pero no hay caso, ja, ja… siempre me termino riendo…

La conversación sigue un rato y la situación no cambia.

Luego Kaira le cuenta a Jeff la historia de una niña colombiana que murió tras una erupción volcánica, a principios de los noventa. Le dice que esa niña –Omayra Sánchez, creo que se llamaba-, quedó atrapada entre escombros y barro y con el agua hasta los hombros. Que llegó la televisión y la niña estaba ahí, pidiéndole ayuda a su madre para que la sacaran y poder buscar a su padre y a su hermano que al parecer habían muerto. El caso es que pasó el tiempo, y no podían sacar a Omayra. O si la sacaban se moría, aunque no entendí bien las razones. Incluso Kiara contó que la chica entendió que se iba a morir, y pedía que le tomaran los exámenes de la escuela adelantados porque le había prometido al padre que iba a pasar ese año…

-¿Y entonces? –pregunta Jeff, extrañamente serio.

-Murió –dice Kiara-. Al final murió ahí, mientras el agua subía y no pudieron liberarla…

Y como si hubiese estado esperando el final de la historia Jeff se pone a reír. Su risa es extraña y contrasta con los lagrimones que le caen a Kiara y que luego se transforma en enojo mientras se para bruscamente y la veo desaparecer tras un mesón y golpear algunas cosas.

-Disculpa, ja, ja –dice Jeff- me imaginé que al final decía ¡Plop! O algo así, y me dio risa… ja, ja…

Entonces, unos tipos que estaban en las mesas cercanas comienzan a contagiarse con la risa de Jeff y tras unos minutos, todos los que estaban en el local comienzan a reírse. Jeff se cae al suelo y se revuelca de risa y yo miro a Kiara que ha salido a mirar y no sabe qué pensar y por supuesto yo tampoco.

Cómo no sé que más hacer, pido la cuenta. Pago. Jeff se calma de a poco, pero sigue con su mirada alegre, y riéndose bajito de vez en cuando.

Yo decido entonces que no tengo nada que hacer ahí. Y trato de disimular mi enojo, pero no me sale.

-Y a todo esto –le digo al final, mientras salimos- ¿Pa qué mierda queríai verme? O sea, ¿por qué a mí?

-No sé bien po, hueón, ja, ja… o sea tú siempre fuiste chistoso, pero como que también erai triste… ja, ja… o sea, hay flores que se giran hacia el sol y vos, si fuerai flor, por supuesto, ja, ja… no te giraríai po… o no pal lado del sol, por lo menos… ja, ja…

Jeff entonces se sube a su auto y ofrece llevarme, pero le digo que no.

-Te mando un mail pa avisarte qué pasó… -me dice al final, mientras se aleja.

Luego, mientras camino, pienso en Jeff, y en su hija, y en su esposa llorando, y en Kiara, y en Omayra… pero sobre todo pienso en la risa de Jeff y en la de los otros al interior del bar, y entonces, sin ningún tipo de anuncio o sensación previa, comienzo a llorar de a poquito, como si no pudiera parar… y hasta me duele la frase esa de que no me giraría hacia el sol y que queda dando vueltas, mientras avanzo.

-Te equivocas –debí haberle dicho a Jeff- sí me giraría hacia el sol. Sólo que no por darle la espalda a otras cosas, ni por cegarme.

Y es que el dolor es absurdo Jeff, pero existe. De la misma forma como existe la belleza, y la alegría.

Creo que yo he comenzado a entender algo de esto en el último tiempo, Jeff. Ojalá tú también lo hagas.
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