lunes, 29 de noviembre de 2010

Ilustradores contemporáneos: Julien Pacaud.

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No sé mucho sobre el ilustrador francés Julien Pacaud.
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Leo que estudió cinematografía y que ha trabajado para ciertas marcas y grupos empresariales. O encuentro referencias sobre su interés por la arquitectura, y ciertos acontecimientos y temáticas que se reiteran en sus obras.
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Es decir, sólo encuentro aquello que uno mismo puede entrever en sus obras, más algunas especificaciones técnicas que hablan de su predilección por el trabajo en Photoshop, por sobre el uso de otros programas o técnicas.
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Sin embargo, son varios los aspectos que en su obra me atraen, y que parecen estar contenidos en sus creaciones como un significado constante... una especie de impureza e hibridez que hacen de su obra una de las más sólidas de las que me ha tocado ver -respecto a ilustradores, por supuesto- en el último tiempo.
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Julien Pacaud: Híbrido.
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Quizá no es en sí mismo el aspecto de su obra que más me interesa, pero es, sin duda, una de las características que está presente de manera más constante en sus creaciones.
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Y claro, es obvio, podrá decirse, si pensamos que sus trabajos pueden ser clasificados como collages y obedecen a un tipo de diseño bastante común por estos días... pero creo que en Pacaud, dicha mezcla, pasa a ser el soporte concreto de un significado que va más allá de la suma de los elementos que contienen.
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Es decir, hay, en su obra, una propuesta que sobrepasa largamente lo estético para venir a plantearnos otra cosa... un significado sostenido a partir de la tensión existente entre los distintos elementos desplegados en sus imágenes... un falso equilibrio... algo que amenaza con venirse abajo... con colapsar de alguna forma que no queda del todo clara, pero que sin embargo está presente en sus imagenes... en el ángulo de sus edificios, en la tensión entre mundo natural y ciudad... Como cuando en los dibujos animados un personaje abría de pronto un armario y todo se venía abajo y terminaba sepultándolo.
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Pues bien, ese todo contenido en el "armario social universal" -por inventarle un nombre-, parece ser representado por Pacaud, como si lo hubiese captado algún tiempo antes de venirse abajo... amenazante... creciendo... revelando una inestabilidad... una contaminación... el comienzo de una impureza.
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Julien Pacaud: Impuro.

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Esta impureza, que está contenida de una forma sutil en muchas de sus imágenes, se hace explícta sin embargo, en algunas creaciones que parecen nacer justamente de esta mezcla de elementos.
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En dichas creaciones, son principalmente las figuras de los niños las que parecen llamadas a romper un equilibrio... a transformar en derrumbe aquella falsa armonía que se evidencia en el grupo de obras que podrían parecernos, a primera vista, menos amenazantes.
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Es decir, son ellos los que evidencian el desequilibrio y los que parecen llamados a revelarse contra las formas que les han intentado dar forma... a tomar las armas y romper con la cadena de un sistema que hacía de ellos nuevos eslabones para un mundo que ya se venía abajo.
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Por esto, su impureza pasa a ser más bien, aquella parte de su naturaleza que los lleva a salir de su situación de sometimiento y/o aprendizaje, hasta llevarlos a ser parte de la fuerza que ha de romper el equilibrio... y sobrevivir a aquella sociedad que se derrumba ante ellos.
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Derrumbe y rescate de los humano.
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Es así como la obra de Pacaud, termina por evidenciar un derrumbe, un colapso... una pérdida de rasgos humanos que parece coexistir, sin embargo, con el derrumbe total de un mundo concreto, al cual siempre se sobrevive.
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Esta sobrevivencia del hombre, este permanecer más allá de la caída del mundo lleva a replantear, de cierta forma, aquello que es realmente necesario para el hombre, y, al mismo tiempo, parece revelarnos algo que hace del hombre un ser singular. Uno que prevalece más allá de las cargas y que sólo es capaz de darse fin en la medida que olvida quién es y descuida su propio significado.
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Y es que quizá sea ese el elemento que me hace ver en la obra de Pacaud cierto optimismo en el tratamiento de lo humano. Ya que en el prevalecer, en la sobrevivencia, en el descreimiento del progreso y de los bienes asociados al consumo, parece existir la semilla, la pequeña posibilidad de resurgir... de mirar hacia el sitio correcto donde lo humano puede adquirir un verdadero sentido.
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Por último, dejando de lado todo tipo de análisis a los contenidos e intertextos específicos tratados en sus obras -Hopper, Hitchcock, publicidad e iconografía de los 50...-, me gustaría resaltar, junto al grueso de la obra de Pacaud, su trabajo Las 66 polaroids que nunca existieron, como uno de los conjuntos más interesantes de su obra, y donde se evidencia de forma certera ese sobrevivir que planteaba antes, la presencia hombre como testigo y ejecutor de la destrucción de un mundo y del despojo de todos aquellos significados equivocados que creemos, en algún momento, sostienen nuestra vida.
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