martes, 23 de noviembre de 2010

15 minutos de apreciaciones literarias automáticas (I).

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Nota: Hoy no tengo tiempo, ni cabeza. Tengo mil cosas que hacer y me excuso desligando toda responasabilidad de las frases sueltas o lo que sea que aparecerá a continuación.
Mi única regla para hoy es fijarme 15 minutos para la escritura, pues debo pasar la noche terminando un trabajo y no puedo dedicarle más tiempo a las palabras que aquí les van:
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I.
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Hay libros gordos y libros flacos.
Pero pocos escritores se manejan en los dos.
De hecho hay escritores que no se manejan en ninguno.
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Bienaventurados ellos.
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II.
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Cortázar se puso empalagoso,
Borges está relleno de un aliento intelectual rancio,
Quiroga escribía como sacándose perdigones del pellejo.
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Me quedo con Quiroga, por lo tanto.
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III.
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Donoso sabía escribir, pero era burgués como una pipa.
Carpentier se creyó más inteligente de lo que era.
Asturias tenía el alma en llamas, pero se apagó en un café de París.
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Sainz tenía algo que decir, pero prefirió el olvido.
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IV.
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Bolaño no supo terminar una novela, porque nunca entendió para qué sirven.
Zambra es como un chicle sin sabor, y cuando eyacula bota aire, y sale una banderita.
Sergio Gómez pudo ser bueno, pero se chingó.
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Droguett y Rojas habrían golpeado a los tres y/o los habrían violado a destajo.
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V.
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La Bombal tenía más cojones que Fuguet.
La Allende es sucia como un billete.
Parra se puso hueón y hoy mea en sus zapatos.
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La única diferencia entre Neruda y el padre Ubú
es que el más detestable de ellos coleccionaba caracoles.
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VI.
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La única gracia de Lira es que estaba loco.
La Mistral sentía que su poesía servía para nada.
Huidobro tenía demasiado dinero para necesitar la poesía.
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Rosamel y Diaz-Casanueva siempre se tuvieron ganas.
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VII.
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Teillier era un buen tipo.
Lihn era un buen escritor.
Anguita consumió su espíritu y su hígado.
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Mahfuz es el mejor poeta nacional desconocido.
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VIII.
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Millán escribía más o menos.
Contreras escribía más o menos.
Schopf no sabe juntar palabras ni entiende la diferencia entre el más y el menos.
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Hay que leer a Braulio Arenas.
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IX.
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Uribe no está mal.
De Rokha está muy bien.
Salvador Reyes también, (la mayoría de las veces).
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Sin embargo, el 95% aprox. de la literatura chilena es tibia.
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X.
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A la Serrano le cuesta escribir.
A Rivera Letelier le cuesta hablar.
A Manns y a muchos otros les duele reconocer que se rindieron al sistema.
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¡Cuánta pérdida de tiempo!
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XI.
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Teresa Calderón no existe.
Jorge Díaz es de plástico.
Collyer quizá sí, pero mejor no.
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Gumucio huele a mastubación a 5 metros.
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XII.
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Pedro Prado es fome y sano como un plato de cabellos de ángel.
Eduardo Barrios anda por ahí, pero un poco más lejos.
Guzmán Cruchaga a veces los sirve en un plato hondo.
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Lo único bueno de Skármeta es que tradujo un libro de Mailer.
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XIII.
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En conclusión: la literatura está sobrevalorada.
Como la vida y los implantes de silicona.
Y es que los libros debieran venderse por kilo
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O reciclarse como latas y botellas.
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XIV.
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Y es que a fin de cuentas, sólo hay libros gordos y libros flacos.
Aunque parece que esto ya lo dije.
Pero es que al final... esto es como todo...
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¿Tengo o no tengo razón?

1 comentario:

  1. Buenísimo resumen, pasando lija, piedra pome, prendiendo fuego. Tienes toda la razón.
    Sobre todo en eso tan escolar, pero vigente -¿qué es un lector sino un cabro de 15 años?- preocupado si el libro es flaco o es gordo.
    En un escrito que anda por ahí hago jugar a la pelota, pichanga en cancha de tierra, a muchos de los nombrados. Tienes toda la razón con Lihn, y Quiroga, Bolaño lo discuto. No escribía buenas novelas, esribía libros, y estaba pensando o preocupado, pero mucho menos que su editor, de publicarlos.

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