miércoles, 25 de marzo de 2020

Iba a decirlo en ese instante.


Iba a decirlo en ese instante, pero se le trabó la lengua. En el momento menos oportuno le ocurrió. Lo vimos hacer gestos y le oímos realizar ruidos, nervioso. Entonces nos reímos un instante, bromeando con lo que ocurría… y esperamos. Él se desesperó un poco más. Le acercamos un vaso con agua y él bebió unos sorbos. No sé bien por qué, pero también me puse nervioso. Tal vez porque sabía lo que él iba a decir, aunque ahora ya no pudiese decirlo. No era algo de importancia, en todo caso. Habíamos hablado antes de entrar en la reunión y él me comentó su punto de vista. Yo también le había comentado el mío, por supuesto. Ahora estábamos en medio de la reunión y todo era un poco tenso. Extraño. Pasaban los segundos sin que nadie retomara la conversación, mientras lo observábamos. Lo vimos entonces terminar de beber y ponerse de pie… carraspear un poco. No podía articular palabra alguna. Decidimos por lo mismo hacer una pausa. Sin decirlo, lo decidimos. Nos miramos, hicimos unos gestos y asentimos. Yo me serví un café y me acerqué a una ventana. Estábamos en la parte más alta de la torre. Nadie hablaba y a lo lejos sonaba una canción que no reconocía. Miré por la ventana. Abajo, en la ciudad, todo parecía seguir, como siempre. Terminé mi café y me dispuse a volver a mi sitio. Poco después oí el primer grito.

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