lunes, 30 de marzo de 2020

El lugar.


I.

El lugar estaba tan lleno
que daba asco.

Los escuchaba hablar
y bebía
para no tener que contestar.

Entonces
por un momento
me alejé un poco
y pregunté por el baño.

Me indicaron uno
que estaba en el segundo piso
pues al parecer había alguien
encerrado en el de abajo
que se negaba a salir
y a contestar.

Subí entonces la escalera
y caminé tranquilo 
hacia aquel baño.

También había gente en la escalera,
por cierto,
hablando de dinero
y de otras cosas
que he preferido olvidar.

Incluso,
tuve que pedirle a un par de chicas
que dejaran de apoyarse en la puerta
para poder entrar al baño.

Ya dentro me di cuenta,
de improviso,
que estaba en algo así
como otro mundo.


II.

El baño al que entré
estaba perfectamente
limpio.

Limpio de gérmenes,
supongo,
pero ante todo,
noté que estaba limpio
de personas.          

Por eso, tal vez,
todo me pareció perfecto
en aquel sitio.

Ni siquiera el ruido
del exterior
ingresaba a aquel baño.

Todo era tan puro,
incluso,
que no quise orinar ni cagar
en lo absoluto.

Simplemente me lavé las manos
y observé aquel lugar
mientras lo que estaba fuera
desparecía.

Fue un momento pleno,
si los hay.


III.

Después de varios golpes en la puerta
noté que se molestaban.

Al parecer llevaba bastante tiempo
en el baño
y alguien más lo quería ocupar.

Me decían que alguien se había cortado
muy profundo
con un vaso
y que en ese baño había un botiquín
que necesitaban usar.

Como no salía,
siguieron insistiendo 
con otras razones.

Ya desocuparon el otro,
me dijeron, finalmente,
creo que sacaron de dentro a una chica
que no paraba de llorar.

Para saber si era verdad
les pedí detalles 
sobre el hecho.

Les pregunté, por ejemplo,
por qué lloraba esa chica,
pero nadie sabía
ciertamente
decir por qué.

Todos mienten allá afuera,
dije entonces, sin pensar,
y no voy a salir.

Luego de decirlo, sin embargo,
noté que mis palabras
eran ciertas.

Profundamente ciertas, me refiero.

Todos mienten allá afuera, repetí,
y tal vez lloré un poquito.

Por último,
apreté mis puños,
y mientras forzaban la puerta
me dispuse a defender
valientemente,
aquel lugar.

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