viernes, 13 de octubre de 2017

Un vaso con agua.


Hace muchos años trabajé unos cuantos días de conserje, en un edificio.

Una de las cosas que me ocurrió esa vez, fue que encontramos un muerto.

Una mujer mayor que vivía en el segundo piso a quién debimos abrir la puerta, con carabineros y una sobrina.

Yo había visto a la mujer la noche anterior, volver de unas compras, caminando lento.

Nos saludamos apenas y ella subió a su cuarto, como de costumbre.

Por eso la sobrina se asustó en la mañana cuando su tía no habría ni contestaba las llamadas.

Y claro, la sobrina llamó entonces a carabineros y me pidieron ser testigo de lo que pudiese ocurrir.

Lo primero que recuerdo es que cuando abrimos la puerta, la bolsa de copras estaba sobre una mesa en la cocina.

Como detalle, no he olvidado que se alcanzaba a ver una lechuga saliendo de esa bolsa.

Ya en la habitación encontramos muerta a la mujer, acostada, como si durmiera.

Un carabinero se percató que no tenía pulso, la sobrina lloró y poco después llamaron a un médico, para que certificara lo ocurrido.

En lo personal, si soy sincero no recuerdo muy bien la situación, ni a la muerta en sí.

Solo tengo en la memoria la imagen de la bolsa con la lechuga y un vaso con agua que estaba sobre el velador, a un costado de la cama.

De seguro la mujer lo había dejado ahí, esa misma noche.

Y es que no sé bien qué pasó, pero recuerdo haber querido beber esa agua.

No lo hice, por supuesto, pero recuerdo que eso es lo que pensaba.

En el libro de novedades anoté que había muerto la mujer del 210 y que esperábamos al médico.

Entonces firmé el libro y entregué el turno, mientras la sobrina y el carabinero esperaban la llegada del doctor.

Cuando tengo sed, hasta el dia de hoy, siempre recuerdo ese vaso, sobre el velador.

Tal vez debí haberlo bebido, en ese entonces.

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